Análisis

PANDEMIA Manuel barea 63

Como Warren Beatty en 'Shampoo'

Hablando de fases, ¿por cuántas puede llegar a pasar uno al cabo del día? El Gobierno nos ha organizado la vida estos meses en cuatro, de la cero a la tres -por cierto, ¿en cuál estamos? me he perdido, ¿es delito?-, pero una jornada puede dar para unas cuantas más, para todo un catálogo de fases.

Lo peor es que hay días en que se está nada más que en una, se entra en ella al despertar y ya no se sale hasta que vuelves a acostarte, temiendo que el día siguiente también sea parco en fases. Se le podría llamar fase terminal, o casi. Vegetal mejor, si lo de terminal da yuyu (vegetal tampoco arregla mucho las cosas, es cierto, pero al menos uno puede creerse un ficus por el que circula la savia aunque sea muy lentamente. O un cactus, como me llamaron a mí una vez). No hay nada que hacer. Lo peor es que uno se ve entonces, sin fases propias, desfasado, porque ya observa a la gente moverse, ir de un lado para otro, inventarse una actividad cualquiera por estrambótica que sea si no tiene ninguna obligatoria. Y uno sin ganas de nada, como en un sueño aburrido que se repite. Si para colmo enciendes la tele y ves lo que ves y oyes lo que oyes...

La ayuda para acabar con este tedio no brota en uno mismo, seco de ideas, timorato en iniciativas, cohibido frente a la adversidad y por lo tanto autopropulsado al fracaso. Porque es que no se puede estar más derrotado (maldita pandemia y maldito estado de alarma, que todo lo amuerman): estando ya hasta los mismísimos de partidos de fútbol históricos -y eso que no he visto tantos, porque algunos son como si te hubiera caído encima un telón de tiempo polvoriento-, siento cierto repunte de energía al recordar que regresa la Bundesliga. Pues bien, el tamaño de la abulia debe ser considerable, porque no se me ocurre otra cosa que empezar a ver el Borussia Dortmund contra el Schalke 04 ¡en diferido!, con el spoiler del 4-0 y ese estadio vacío y silencioso como un mausoleo... Qué cosa más triste. Sólo veo el gol de Haaland. Los jugadores no se abrazan, la grada no atruena. Va media hora de partido. Apago la tele. No me pone nada lo que estoy viendo. Vuelvo a la fase vegetal; a la de cactus concretamente, con unos buenos pinchos.

La ayuda a salir de esa fase de hundimiento y de darlo todo por perdido llega de fuera. Y con la propuesta constato que es cierto todo eso que se viene diciendo de la diversificación de actividades durante el confinamiento (que continúa, aunque algo mitigado). Si alguien me hubiera dicho hace dos meses que un día colaboraría en una operación de tinte capilar me habría meado, en serio, literalmente. Pues no. Ahí estoy, pincel en mano, tiñendo pelo lo mejor que puedo mientras me digo que muy mal dadas vienen con la jodida nueva normalidad si voy a distraerme más con esto que con el fútbol. Pero entonces me vengo arriba: ya me veo como Warren Beatty en Shampoo.

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