Análisis

Pedro Benzal | Profesor de Filosofía

El ahora o nunca de la Formación Profesional

Aula de un centro en el que se imparte FP.

Aula de un centro en el que se imparte FP. / T. L. J / PS

Es obvio que España y por supuesto Andalucía tienen un enorme déficit en los estudios de Formación Profesional. Todos los gobiernos de las últimas décadas nos tienen acostumbrados a repetir de forma ‘cansina’ que van a apostar por esta enseñanza, pero luego, por unas cosas o por otras queda en el olvido y siempre se deja para promesa del próximo programa electoral.

En nuestro país, cualquier familia desea que sus hijos vayan a la universidad y no se plantean como primera opción que realicen estudios de formación profesional, aún a sabiendas de que con estos últimos podrán obtener trabajo con mayor facilidad.

¿A que se debe esta forma de pensar? Pues sinceramente creo que la respuesta la tenemos en la Grecia clásica donde el trabajo intelectual lo hacia la clase privilegiada y pudiente y el trabajo manual lo hacia el pueblo llano o los esclavos. Como hijos que somos los españoles de la cultura occidental, los padres y madres de forma muy mayoritaria quieren que sus hijos e hijas vayan a la universidad y obtengan el título que ellos no pudieron alcanzar, aunque en muchos casos solo sirva para ‘coger polvo’ porque en pocas ocasiones se obtendrá el trabajo para lo que se estudio en la universidad.

No ocurre los mismo con la Formación Profesional, que hoy es obvio que tiene muchas más salidas para el empleo y que en países europeos como Alemania el porcentaje de estos estudios es mucho mayor que los  universitarios.

¿Por qué digo que ahora es el tiempo de la Formación Profesional? Por varias razones que voy a exponer de forma clara y escueta:

En primer lugar, la ultima Ley educativa, la LOMLOE  publicada el 30 de diciembre del 2020, nos dice en su artículo 42.1 “Corresponde a las administraciones educativas, en el ámbito de sus competencias, programar la oferta de las enseñanzas de Formación Profesional”. Y en la disposición final tercera lo referido a las cualificaciones profesionales, su catálogo nacional y el papel relevante del Consejo General de la Formación Profesional. Además de destacar en esta Ley la enorme importancia de la Formación Dual.

En segundo lugar, a nadie  se le escapa el poder de transformación de la educación y que estamos en un cambio de época, en el que hay que dar respuesta a nuevos retos. Sin duda uno de ellos es el empleo de los jóvenes, que condiciona su modo de vida y su desarrollo personal. La educación debe preparar para acceder al empleo y por supuesto se ha de convertir en un instrumento clave en la cohesión social.

En tercer lugar, la Formación Profesional ha de valorarse en su justa medida y se han de elevar las titulaciones y su consideración social.

En cuarto lugar, tenemos  que acreditar las competencias profesionales sobre todo en el caso de los adultos sin titulación para reconocer de forma efectiva el capital humano y profesional de nuestro país. Hemos de tener claro que la transformación del modelo productivo y laboral de España pasa sin ninguna duda por prestigiar nuestra formación profesional.

En quinto lugar, la digitalización y la transición ecológica serán sin duda los dos ejes transformadores del modelo económico y se necesitarán personas cualificadas a nivel técnico en formación profesional de niveles medios y sobre todo superiores.

Es fundamental valorar socialmente los estudios de Formación Profesional que en nuestro país han sido considerados de segundo nivel. Este error hay que corregirlo cuanto antes, por eso me pareció en su momento un gran acierto el nombre del Ministerio de Educación y de la Formación Profesional.

En sexto lugar, la clave esta sin duda en conectar ‘la escuela’ con el mundo de la empresa. Siendo conscientes de que todas las comunidades autónomas no tenemos el mismo punto de partida. Andalucía parte desde las últimas posiciones debido a su débil (con excepciones) tejido empresarial.

En séptimo lugar, con los fondos europeos hemos de ser capaces de convertir a la nueva formación profesional en el motor de empleo de los jóvenes  y también de las personas adultas.

En los últimos años, la demanda de los estudios de Formación Profesional en el sistema educativo ha aumentado un 20% hasta superar las 934.000 personas matriculadas y los titulados en FP tienen seis veces menos tasas de desempleo que la media del conjunto de jóvenes.

Para mejorar las cualificaciones profesionales hay que aumentar la tasa de matriculación de los jóvenes que en la actualidad es del 12% frente al 29% de la Unión Europea. Los empresarios son cómplices necesarios junto a la sociedad civil en esta ardua pero necesaria tarea.

En octavo lugar, hay que incrementar la oferta de plazas para satisfacer la demanda y hay que garantizar que todos los titulados en FP hayan desarrollado parte de su formación en la empresa. El binomio centro/empresa unido al entorno del desarrollo productivo se convierten en instrumentos claves y a la vez han de ser flexibles con el mercado laboral.

En noveno lugar, hay  que transformar radicalmente el procedimiento actual de acreditación  de las competencias profesionales. La nueva Ley permite la internacionalización de la formación profesional en una escala global (aprendizaje bilingüe, proyectos internacionales, programas de intercambio de profesorado y estudiantes…).

En décimo lugar, todo  esto hay que hacerlo en una estrecha colaboración entre el Estado y las CCAA con el Consejo Profesional de Formación Profesional.

Por ultimo, me parece digna de mención la propuesta hecha por Juan Espadas, el líder de los socialistas andaluces, a Moreno Bonilla (PP) de incrementar el número de plazas de FP “pero no a través de subvenciones a institutos privados”. No podemos aceptar que se privatice la Formación Profesional. Por eso es muy relevante que en el eje de los pactos de los dos grandes partidos la FP ocupe un lugar central.

 Cuando el actual Gobierno de la Junta estaba en la oposición decía que acabaría con las listas de espera en FP y los hechos demuestran que las cosas van a peor. Por eso un gran acuerdo de los dos partidos o mejor de todos si fuera posible para que se incrementasen los ciclos formativos en consonancia con el tejido productivo y con las empresas y que los demandantes pudiesen tener plazas suficientes seria una magnífica noticia para Andalucía. La propuesta de Juan Espadas desde la oposición es valiente y digna de elogio y el señor Bonilla haría muy bien en coger esa mano tendida al desarrollo de Andalucía.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios