¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?

¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?
¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?

16 de abril 2020 - 05:30

En días así, cuando se habla de una nueva prórroga del confinamiento y la cifra de fallecidos sigue subiendo, irrumpe en las portadas de los diarios el informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), que anuncia negras tormentas agitando los aires de la economía mundial. Y de la nacional, no digamos: un hundimiento del 8 por ciento del PIB en un año (más que en todos los que duró la anterior crisis) y un paro estimado que en España rondará el 21 por ciento. Lo que significa que en Andalucía estaremos entre el 25 y el 30, es decir casi uno de cada tres, si se mantiene la habitual relación entre la tasa nacional y regional de desempleo.

Conforme hemos ido asimilando en números y datos la magnitud sanitaria de esta crisis hasta acostumbrarnos a mirarla casi con normalidad, de repente hemos conocido una primera radiografía de este territorio de devastación social que será nuestra cotidianidad el día en que se haya estabilizado la pandemia, empecemos a ganar la batalla de las sanaciones y la salvación de los enfermos deje de ser la prioridad. Este cancionero, que desde el primer día que vio la luz ha intentado constituirse en un tratado de optimismo, no encuentra hoy muchas razones para moverse por el mismo escenario, puesto a prueba por la contundencia de las previsiones del FMI.

Y, sin embargo, ahí va una visión desenfadada de aquellos tiempos de la guerra fría en que cualquier día podía ser el último, sometidos todos al peligro larvado de una contienda nuclear entre las dos superpotencias mundiales, que en estado latente pesaba sobre toda la humanidad. Aportan a nuestra ventana musical y analítica los Polansky y El Ardor, que en 1983 y con el debate sobre el ingreso de España en la OTAN muy vivo, compusieron esta frivolona '¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?', interrogante para la que el tema no tiene réplica: "Se ha averiado mi respuesta flexible".

Polansky y El Ardor eran un grupo madrileño de corto recorrido, representantes del rock-punk que nació en la floreada época de la movida, pero su producción se reduce en la práctica a este tema de hoy y alguna otra más de escasa difusión. Esta fabulación frívola sobre las consecuencias de una guerra nuclear tiene poco de voluntad concienciadora, en un tiempo en que la escalada de la tensión entre los inquilinos de la Casa Blanca y el Kremlin, años anteriores a la aparición de Gorbachov en escena, representaban una amenaza real y tangible según el rearme que emprendíeron ambas potencias, guerra de Afganistán, invasión de la isla de Granada (¡mira tú por dónde!) y varios otros etcéteras que tenían en películas como 'El día después' el elemento aterrador sobre la inquietud mundial que atenazaba las conciencias ante el riesgo tangible de una guerra destructiva total.

Frente este 'ataque preventivo' de los soviéticos, estos Polansky construyen en ripios una posición que no va más allá de mensajes tan 'instructivos' como "el airbús se ha vuelto loco / y no me quiere llevar al Orinoco" (¡qué versión, la Nuestro Pepe Caballero!), aunque se colocan en una equidistancia calculada de rechazo tanto a unos como a otros: "no, no, no, no, no tengo novia / y no me mola el Pacto de Varsovia", como tampoco "este señor me tiene gato / y no me mola el tratado de la NATO", hasta concluir autorrespondiendo a la interrogante que da título a la composición: "¿Qué harías tú / en un ataque preventivo de la URSS?". Pues esto: "No sé, / no sé, / no sé". Por triplicado.

El Muro de Berlín cayó en 1989 con una facilidad pasmosa para la fuerza icónica que había representado desde más de cuatro décadas atrás. La interrogante de los Polansky hoy no tiene sentido ante la que se avecina. Ahora, a la crisis sanitaria seguirá de inmediato otra económica, política y social, tres patas entrelazadas en el sentido de que cada una de ellas hará la zancadilla a las otras dos. A la incógnita de la salida del atolladero en forma de V o de U, un pesimista apostará por la forma L, pues están en pie de guerra todos los factores que en España contribuyen a dificultar las iniciativas que traten de paliar este escenario de devastación, en el que solo se podrá distinguir entre malo o muy malo o peor.

Es lo que hay. Con perdón por frivolizar con lo que no debería admitir frivolización.

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