El curso académico 2019-2020, el del coronavirus

El curso académico del coronavirus.

El curso académico del coronavirus. / Carlos Gil

En el futuro es muy probable que algunos maestros y profesores de secundaria, al preguntarse por sus estudios, se refieran a que tuvieron que acabar la carrera o el máster de secundaria sin completar sus prácticas profesionales o acabarlas de “aquella manera” por culpa de la maldita pandemia. Eso será en el futuro, algo tan incierto ahora. Si nos enfrentamos a la dura realidad del presente, la situación es que aún no hay decisiones tomadas sobre cómo se va a dar fin al curso 2019-2020. Tan solo se ha tomado la decisión de retrasar las pruebas de la PAU, en una horquilla de fechas que elegirán las comunidades autónomas.

Si ya hay problemas en el tema sanitario y se discute sobre el traslado de enfermos y el préstamo de material médico entre las comunidades, ¿qué decirles sobre la educación? Recordarles que tanto sanidad como educación está transferido a las comunidades. Por razones obvias, la sanidad está en boca de todos y con el completo merecimiento, empero creo que, comprendiendo la gravedad absoluta del tema, se nos está olvidando el problema de la educación.

Como ya he dicho anteriormente, solo se ha actuado sobre la famosa selectividad puesto que es una prueba cuyos resultados permite a cualquier estudiante del Estado acceder a plazas en cualquier universidad del país. En los últimos años se viene debatiendo las diferencias de nivel entre comunidades en dichas pruebas, algo bastante evidente cuando se realizan análisis detallados. Pero por supuesto se niega o se dilata cualquier decisión; no vayamos a tocar a los poderes autonómicos. ¿Cómo queremos coordinar lo que lleva años sin coordinarse?

Y si descendemos a los niveles obligatorios de enseñanza, secundaria y primaria, el panorama resulta un verdadero pandemonio. Con toda probabilidad cada comunidad tomará diferentes decisiones y veremos cómo acaba el curso y con qué medidas compensatorias. Auguro que cualquier intento de coordinación estatal será criticado o ignorado. Y con ellos crecerán las diferencias entre comunidades.

Y ahora, cuando nos explotó la pandemia, lo primero que se lanzó a la opinión pública es que los niños no iban a estar de vacaciones porque los maestros y profesores iban a trabajar en casa. Sutil mensaje para decir que no creyeran que iban a estar de vacaciones; esas vacaciones que tanto le refieren a los docentes para decirles que son unos privilegiados.

Está resultando que muchos docentes de esos niveles trabajan ahora más horas que cuando iban a sus centros y están más estresados. No por trabajar, claro, sino porque el sistema educativo no está preparado para poder sustituir las clases presenciales por clases on line, así de un plumazo porque lo diga el Consejero de turno. Por mucho que en todo los sitios salga gente hablando a la cámara del ordenador, por muchas plataformas que se generen, por mucha teleasitencia que digamos.

Al igual que los sanitarios no tienen medios suficientes, los docentes de los cientos de IES y miles de colegios de primaria e infantil tienen que trabajar desde sus ordenadores personales en casa (suponemos que todos tiene que tenerlos y no pagados por el Estado) y la conexión a red es de suponer que la pagan ellos, y los materiales tiene que diseñarlos ellos o buscárselos de algún modo, y poner su cámara en su salón, cocina o donde venga mejor. Y contestar las preguntas, cientos, de sus alumnos angustiados y a veces hasta a las exigencias de padres y madres que piensan que no se atiende a sus hijos e hijas.

Y pareciera, además, que nos hemos olvidado que no todos los niños y niñas puede que tengan conexión a internet u ordenadores en casa (y si hay varios hermanos, cómo lo hacemos). Intenten ustedes seguir unas clases o directrices por el móvil, que ahora ya todos los chavales lo tienen, ¿no dicen eso? El que crea que un curso on line se improvisa sobre la marcha, cuando no se tiene formación para ello porque no se la han dado ni se la han pedido previamente, es que sabe tan poco de educación como la mayoría de la clase política del país. Y algunos están preocupados porque los químicos o los farmacéuticos no van a tener prácticas en la carrera, y parecen no darse cuenta de que miles de estudiantes de disciplinas de humanidades también pueden quedar sin prácticas en donde el trato humano es esencial. Y luego nos quejamos del nivel de la educación. No estaría de más acordarse de los maestros y profesores no solo cinco minutos antes del examen.

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