La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La Alhambra y los renglones torcidos de la ley

El carpetazo al caso Colina Roja perjudica a los propios acusados, que no podrán librarse de la sombra de la sospecha

Ni Washington Irving se hubiera atrevido a un quiebro de guion tan osado. El cuento de la Colina Roja se queda sin final. Como en los videojuegos interactivos y disruptivos que fascinan a los milenials, cualquiera de nosotros puede decidir quién interpreta al verdugo, a quiénes situamos de víctimas, qué caminos transitamos y cuál es la verdad.

Y todo por un vericueto judicial. Uno más. El caso se zanja pero no porque no haya caso sino porque no se pidió una ampliación del proceso en tiempo y forma. En 2015 se modificó la ley para agilizar la instrucción de las causas complejas -salvaguardando el derecho a la tutela judicial efectiva frente a los retrasos injustificados- y el resultado se mueve entre la desconfianza y el absurdo. Entre la desesperación de los abogados por el aumento del papeleo y la carga burocrática y los efectos perversos de su aplicación truncando las pretensiones de la medida y la ejemplaridad del procedimiento.

La Audiencia Provincial ha emitido un auto esta semana admitiendo el recurso que presentó el abogado de la exdirectora del Patronato, Mar Villafranca, y determina que se anula tanto la declaración de complejidad planteada por el juez de Instrucción número 4 como todas las diligencias desarrolladas con posterioridad al 3 de octubre de 2017.

Es decir: que las detenciones de mayo volviendo a situar el foco de la corrupción sobre la Alhambra se hicieron para nada, que las 28 personas implicadas pueden retomar sus vidas -sin el estigma de estar "investigadas- y que el auto de 5 de junio que daba pie a lo que unos calificaron como una "parafernalia" cargada de excesos y otros valoraron como "una prueba más" del descontrol de gestión en la Alhambra queda en papel mojado.

Como el trabajo de la Policía con sus más de 10.000 folios denunciando la existencia de un "organización criminal" entre dirigentes, empleados y empresarios para la adjudicación de contratos "a dedo". Como la auditoría realizada por la Junta que venía a confirmar la existencia de infinidad de irregularidades -la mayoría de tipo técnico y jurídico- y motivó su personación en la causa ante la previsible pérdida de fondos públicos. Como las conclusiones del juez Moreno sobre la magnitud de la "trama" que le llevaron a pedir su separación del caso Audioguías, la investigación que ya motivó en 2015 el arresto de la cúpula de la Alhambra situándose en el germen del Colina Roja.

Fraude a la Administración, malversación y tráfico de influencias. Más de 200 contratos adjudicados a "amigos, vecinos, esposas, cuñados o yernos" de los dirigentes del monumento "omitiendo las normas básicas de concurrencia" y que pudieron provocar un menoscabo de cerca de 7 millones.

¿Y si nada de todo esto ocurrió? ¿Y si no hubo chanchullos ni dejación? ¿Y si no hay caso Colina Roja? Paradójicamente, los más indefensos acabarán siendo los propios implicados -siempre han defendido su inocencia pero no podrán librarse de la sombra de la sospecha- y quienes no ejercemos más que de perplejos espectadores. Porque por mucho que en su día sorprendiera que la macrocausa de las entradas falsas acabara desinflándose como un souflé, no se puede cuestionar que la justicia cumplió. Ahora no.

Ante la decisión de la Sección Segunda no hay recurso ordinario posible ni más recorrido que seguir aplicando la ley: sobreseer la causa o transformarla en procedimiento abreviado para juicio oral pero limitado a los seis primeros meses de instrucción.

Nosotros, sin embargo, podemos escribir el relato que queramos: que Villafranca y su equipo son inocentes y han sufrido una caza de brujas; que son culpables -por acción o por omisión- y se han escapado al 'estilo Nevada' con la complicidad del PSOE; que donde está la conspiración es entre los jueces; que todo es resultado del delirio de superagentes de los policías de la UDEF…

No es ficción; todas estas interpretaciones ocupan ya espacio en los medios. Y no tenemos que viajar a los tiempos bíblicos para comprobar lo difícil que es escribir derecho sobre renglones torcidos; sobre todo cuando, con las leyes de los hombres, a lo que nos han acostumbrado es a todo lo contrario.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios