Postales desde el filo

José Asenjo

Andalucía 1981

MÁS de tres décadas han pasado desde aquellos días en los que el pueblo andaluz conquistó, a golpe de movilizaciones, el máximo nivel de autonomía que permitía la recién estrenada Constitución. El autogobierno como instrumento para salir del subdesarrollo al que el centralismo había sometido históricamente a nuestro pueblo. Eso pensábamos entonces, aunque hoy sea una idea que convendría revisar, al menos en parte. Poco queda hoy de aquel momento épico y son muchos los andaluces que apenas conocen el significado político de este día feriado. Mejor así, estas cosas conviene secularizarlas y evitar que las emociones se perpetúen y alimenten una falsa versión de la historia. Lo cierto es que los andaluces somos más localistas que nacionalistas, aunque hubo un momento de furor nacional, con protagonistas diversos. Además de los andalucistas originales, insignes miembros de la UCD encontraron en ese sentimiento la excusa para abandonar el barco centrista que se hundía. También en el PSOE-A se llegó a hablar, con poco éxito, de un curioso oxímoron: "nacionalismo de clase". No les hizo falta desarrollar aquella ocurrencia para que la autonomía acabase identificándose con el socialismo en Andalucía.

Emociones a parte, somos suficientemente maduros, desde el punto de vista autonómico, para reflexionar seriamente sobre el origen y el desarrollo de este proceso. Andalucía es mucho mejor que la de antes del 28F, como le ocurre al resto de autonomías, incluyendo las del 143. La idea de que cuanto más competencias, mejor para los andaluces, que nuestros dirigentes políticos han mantenido viva desde el gobierno y la oposición despierta hoy dudas legítimas. Se afirma que Andalucía, igual que otras comunidades, tienen que tener las mismas competencias y recursos que la que más, o sea, Cataluña, ya que los privilegios de vascos y navarros nadie los cuestiona. Ese afán de las otras autonomías por igualarse a Cataluña acabó empujando al nacionalismo catalán a subir el listón por encima de la Constitución. Tanto para bien como para mal, el modelo de desarrollo autonómico previsto por los constituyentes empezó a mutar en Andalucía, tal día como hoy de 1981. Desde entonces los socialistas han gobernado entre luces y sombras esta comunidad, con demasiada autosatisfacción y poca autocrítica. Hoy una generación de jóvenes dirigentes ha llegado al poder en un momento difícil en el que se acumulan los problemas. Dicho en su leguaje, a ellos les toca resetear el disco duro.

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