España no se vacía únicamente porque nuestros queridos líderes políticos prefieran centrar sus esfuerzos únicamente en las grandes urbes. Que también. Se vacía por algo de lo que nadie tiene la culpa, la muerte. Aquellos que deciden quedarse en el pueblo donde nacieron y crecieron, terminan por dejarlo aunque no quieran. Con ellos se van historias y recuerdos que jamás volverán, historias que no podrán ser contadas de nuevo. No cuesta nada sentarse como antaño a las puertas de las casas y hablar con nuestros mayores para mantener vivos sus recuerdos.

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