Parafraseando a Forrest Gump, un festival es como "una caja de bombones; nunca sabes lo que te vas a encontrar dentro". El Festival de Granada va tocando a su fin, y creo que podemos afirmar sin lugar a dudas que la presente edición ha resultado ser una bombonera de alta calidad, plena de delicatessen dignas del rincón del gourmet musical.

Muchos se acercaron al Festival de este año con escepticismo y recelo. Bajo el lema de la diversidad parecía quererse justificar una mezcolanza si sentido aparente, un cajón de sastre en el que todo tenía cabida. Lo cierto es que Enrique Gámez se arriesgó al aunar elementos tan dispares como la conmemoración de 1808 y la época de la Guerra de Independencia con homenajes a compositores como Juan Alfonso García, Olivier Messiaen o Anton Bruckner. Era una receta arriesgada, no apta para paladares acomodaticios, que ha resultado finalmente ser sabrosa y contundente.

Siempre he disfrutado recolectando las opiniones que se lanzan en los mentideros del Festival; aquí y allá escucho, encuesto, comento los conciertos, e inevitablemente surgen comparaciones, que aunque odiosas, suelen encerrar parte de verdad. Quizás las frases que más he escuchado este año han sido "me ha sorprendido gratamente tal o cual concierto" o "no me esperaba que fuera tan bueno". Objetivamente, estas afirmaciones no tendrían mucho sentido, ya que si se lee con detenimiento el programa del Festival encontraremos en cada una de sus páginas primeros nombres de la música; en este sentido, a priori cabría haber esperado desde el primer momento buenos espectáculos.

Pero la conciencia colectiva es un arma muy poderosa contra la que es difícil luchar. Mucho antes de que se iniciara la presente edición del Festival ya había escuchado esa coletilla de "este año no hay nada que merezca la pena" o "es siempre lo mismo". También es difícil comprender cómo estas cizañescas afirmaciones germinaron en torno al Festival y crecieron como la mala hierba.

En este caso hay que decir que bien está lo que bien acaba. Dos semanas después de que la Orquesta Nacional inaugurara la quincuagésimo séptima edición del Festival sólo se escuchan parabienes de la que es, sin duda, la cita cultural más importante de nuestra ciudad. Atrás quedan el Concierto Español, Porgy and Bess, Julian Rachlin, la Royal Concertgebow Orchestra, Les Musiciens du Louvre, Elisabeth Leonskaja y el Staatsballet de Berlín, por citar algunos hitos de esta edición. Enhorabuena, Enrique Gámez, por diseñar esta mágica conjunción; y enhorabuena a su siempre eficaz equipo

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