Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el arte es que muchos sólo valoran las obras que tienen una pátina de historia. Seguramente hubo algún iluminado coetáneo de Miguel Ángel al que le disgustaba la Capilla Sixtina. La comparación es grandilocuente, sí, pero es indudable que el mural de Juan Vida en el edificio Aliatar merecía más respeto. Desde luego no ser retirado y almacenado como si fuera un trasto viejo.

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