ChatGPT

Da mucho miedo pensar en la gigantesca escabechina laboral que puede suponer el uso masivo de la inteligencia artificial

De momento, este artículo lo escribe un ser humano -espero no equivocarme-, pero es muy posible que en el futuro lo escriba ese simpático cacharro que ahora conocemos como ChatGPT (o cualquiera de sus más que probables variantes). Según me han dicho quienes han usado la nueva aplicación de inteligencia artificial de Microsoft, este… ¿cómo llamarlo: robot, algoritmo, monstruo, artilugio, máquina?, pues bien, este comoquiera que se llame puede escribir textos impecables sobre el tema que se le solicite, sin faltas de ortografía y con una sintaxis mucho más coherente y elegante que la que se utiliza en los Consejos de Ministros. Y esto no es todo, porque esta aplicación también es capaz de escribir relatos de ficción si se le facilitan algunas palabras claves, y los relatos que escribe (¿escribe?, ¿puede escribir alguien que no existe?) resultan verosímiles y hasta sugerentes. Y por si fuera poco, la aplicación puede llevar a cabo complejísimas operaciones de análisis de datos en menos de cinco minutos. Una analista de Bolsa me acaba de contar que este lo que sea hace gratis el trabajo de la mitad de sus empleados. Si empezara a usar ChatGPT en su trabajo, esta empresaria podría despedir inmediatamente a la mitad del personal que tiene en plantilla. De momento, le horroriza la idea, pero la posibilidad está ahí. Y si alguien de la competencia empieza a hacerlo y a cobrar menos por los análisis financieros, ya me dirán qué va a ocurrir en un futuro inmediato. Como para echarse a temblar.

Por supuesto que estas aplicaciones son utilísimas y nos pueden resolver miles de problemas y facilitarnos toda clase de información muy compleja. Claro que sí. Pero da mucho miedo pensar en la gigantesca escabechina laboral que puede suponer la inteligencia artificial si se implanta a gran escala. Traductores, escritores, periodistas, analistas de Big Data, matemáticos, informáticos, publicistas, diseñadores gráficos, profesores (¡el animalito habla a la perfección miles de idiomas!) y otras muchas profesiones actuales se volverían inútiles de la noche a la mañana. Los optimistas defienden el uso de la inteligencia artificial con el argumento de que también creará nuevos puestos de trabajo, pero no sabemos si las cosas son tan bonitas como nos las pintan. De momento, ChatGPT no firma este artículo. Espero.

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