Mirada alrededor

juan José Ruiz Molinero

Cinismo

EL cinismo se ha convertido en la nueva filosofía de la era moderna, practicada, sobre todo, por la clase política, la que gobierna o aspira a gobernar, pero que se extiende como mancha de aceite en las clases sociales. No se trata, por supuesto, del renacer de la escuela fundada en la Antigua Grecia por Antístenis que predicaba la austeridad -la vida de los perros era ejemplar-, sino la que ha ido degenerando a través de los siglos, no sólo en la fusión con la ironía, el sarcasmo o la burla que utilizaron autores de todos los tiempos para denunciar el entorno social -desde Shakespeare a Oscar Wilde-, convirtiéndose hoy en lo que lo define el propio diccionario de la RAE: Desvergüenza o descaro en el mentir o en la defensa o práctica de actitudes reprochables.

Con diversos matices, esta última práctica es la que aplican los gobernantes, no sólo en España, sino en la Europa secuestrada y en buena parte del mundo. Desde que comenzó la crisis los españolitos hemos sufrido una verdadera invasión cínica. Empezó Zapatero llamando 'antipatriotas' a los que la anunciaban y la ha culminado Rajoy y sus ministros, no sólo mintiendo en su programa electoral, sino volviendo el calcetín de las obscenas realidades. Por ejemplo, cuando hablamos de la tragedia inhumana del paro suena insultante que los gobernantes de turno se pongan medallas porque a finales de agosto se consiguió en el país crear 30 empleos precarios y al terminar septiembre "sólo" hemos conseguido dejar en la miseria y en la desesperanza a 25.500 personas, el mejor dato de los últimos septiembres. Un verdadero triunfo, sí, pero del cinismo, cuando el paro en esta legislatura ha aumentado casi en un millón de personas, cerca de dos millones carecen de ayuda alguna, y el empleo que se ofrece -gracias a la nefasta reforma laboral rajoyniana- está presidido por la precariedad y salarios míseros, sin derechos y con la patada pegada en el trasero. Hemos entrado ya en esa nueva sociedad de esclavos del siglo XXI, tantas veces denunciada.

Cualquier asunto público en bocas de gobernantes es frecuente que se convierta en un ejercicio de cinismo. Véase como se les llena la boca de decir que las pensiones van a subir -sí un 0,25%-, pero ocultan la verdadera bajada cuando se rompe el pacto que garantizaba, al menos, la subida del coste de la vida. Los buitres de la Europa insolidaria con los más débiles les encantan todos los recortes para cuadrar presupuestos. Sin embargo les parece muy bien que los países se endeuden hasta las cejas para que bancos y cajas funcionen y sus dirigentes puedan seguir cobrando sueldos y pensiones astronómicas y continuar desahuciando a desgraciados que confiaron en ellos y en sus gobernantes. Lo peor de los cínicos es creerse sus propias mentiras.

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