Suena a perorata de anciano, pero es así. Los juguetes tradicionales, los que han entretenido a varias generaciones (con sus correspondientes modificaciones, por supuesto), ya no se llevan. Si la irrupción de las videoconsolas de primera generación ya hizo saltar ciertas alarmas ante la idea de que los más pequeños preferían 'la maquinita' frente a los Playmobil, la implatación, paulatina pero imparable, de las nuevas videoconsolas que destierran al pasado esa idea de estar sentado quieto frente al televisor, hacen que los muñecos de siempre estén condenados a muerte.

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