Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Corpus culturales en Granada

La historia de estas celebraciones es rica en la presencia de creaciones artísticas en todas sus facetas

Hoy, un Corpus más, se iluminará con aires de feria, casetas, corridas de toros y otros elementos de diversión y espectáculo, siguiendo le recomendación de los reyes Isabel y Fernando de 'divertirse como locos'. El jueves, los olores de la vega llenará las calles de juncia y mastranzo, por donde pasará la procesión eucarística, después de que el miércoles la tarasca, sobre un dragón, marque la línea de la moda y los gigantes y cabezudos repartirán indoloros vejigazos a los ciudadanos de todas las edades y condición social, como un merecido 'castigo' al comportamiento de todo un año.

Pero toda esa algarabía festiva ha tenido otro soporte que ha sido imprescindible en la historia de los Corpus granadinos. Me refiero a la cultura en todas sus dimensiones. Precisamente, como todos sabemos, hace cien años -los días 11 y 12 de junio de 1922- se celebró el Concurso de Cante Jondo que organizaron Falla y Lorca, entre multitud de ilustres granadinos, a los que se unieron intelectuales de todo el país y del extranjero. El Festival de Música y Danza, entre otros organismos, lo celebran con un doble sentido: el homenaje a un momento histórico en los anales culturales de la Granada universal, y la herencia de los tradicionales Conciertos del Corpus, donde las principales orquestas, directores e intérpretes desfilaban por el Palacio de Carlos V. Pero no todo era música, antes y ya convertido el evento en un Festival Internacional, sino que el teatro, en diversas facetas, ofrecía lo mejor de la escena. Famosos fueron los autos sacramentales en la portada de la catedral -recuerdo especial merece la memoria de José Tamayo- y posteriormente en el escenario montado sobre el río Darro, al pie de los torreones iluminados de la Ahambra, donde los mejores actores del momento ofrecían diversas obras universales. Recuerdo, entre otros, a un genial Rodero, interpretando el Calígula, de Albert Camus.

También eran tradicionales las exposiciones del Corpus, donde los grandes pintores granadinos o vinculados a la ciudad -López Mezquita, Morcillo, Rodríguez Acosta, Apperley, Brazan, Vida, etc.- ofrecían sus creaciones como rúbrica de la temporada artística granadina y que comentaban algunos críticos insignes, entre los que merece destacar a Marino Antequera. Exposiciones en las salas habituales -Centro Artístico, Casa de América, Liceo-, pero también en la Fundación Rodríguez Acosta, incluso entre las programaciones del Festival, con Goya, Zurbarán, Alonso Cano, etc.

En fin, días para 'divertirse como locos' si lo prefieren. Las tradiciones deben tener su respeto histórico, sobre todo cuando, además, se sustentan en pedestales sólidos de la cultura en toda su diversidad, donde se refleja la esencia creadora de una ciudad.

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