Al autor de esta curiosa composición no le bastó con tirar el palo de la fregona, una mascarilla y una zapatilla (¿dónde está la que completa el par?) a la papelera como hacen el resto de los mortales, sino que quiso recrearse y dejar esta momentánea estampa para, al menos, llamar la atención de algunos transeúntes. Quizá, alguno, se atreva a ver la escena como una muestra de ¿arte? moderno. Cosas peores se han visto en el Reina Sofía.
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