Educar con el deporte

Educar a nuestros hijos en el deporte no consiste en llevarlos a los entrenamientos y luego al partido del sábado

Hace unos días mis dos hijos pequeños jugaron un partido de baloncesto, que había enfrentado a su equipo con otro de su misma categoría en la competición que organiza la Diputación de Granada. Ese día no pude asistir al partido y los dejé en el pabellón, recogiéndolos una vez finalizado el encuentro. Habían perdido y era normal que estuvieran descontentos, pero camino a donde había aparcado mi automóvil, me di cuenta de que uno de mis hijos se encontraba muy apesadumbrado. Traté de consolarlo, diciéndole que era solo un juego, que lo importante era practicar deporte y jugar en equipo con los amigos y que no debía de tomarse una derrota tan “a pecho”. Él me contestó que no estaba triste por haber perdido el partido, sino que durante todo el encuentro la madre de un niño del equipo contrario le había insultado varias veces, increpándole y diciéndole “malo, que eres un inútil”. En ese momento, sinceramente me arrepentí, y mucho, de no haber estado allí, porque me hubiera gustado decirle a esa señora unas cuantas cosas. Entre ellas que educar a nuestros hijos con la práctica del deporte, no consiste solo en llevarlos dos o tres veces por semana a los entrenamientos y luego al partido de los sábados y dar el patético ejemplo de estar gritando e increpando al árbitro y a los jugadores del equipo contrario, no señora… Consiste en enseñar a su hijo una serie de valores a través de la práctica de un hábito saludable, tales como: el aprendizaje para llevar a cabo tareas en equipo, la socialización, el valor del compañerismo, el respeto al adversario y el juego limpio. Valores para los cuales obviamente, nosotros los padres, hemos de dar ejemplo, con nuestra actitud, mostrando respeto a los miembros del equipo contrario y más aún, cuando estamos en la grada. Posiblemente las dotes baloncestísticas de mi hijo no sean lo suficientes como para que llegue a ser jugador profesional, pero espero que todas esas enseñanzas que haya aprendido practicando este noble deporte, le sirvan en su vida de adulto para seguir llevando una vida sana y para su integración en el mundo laboral y social. Recuerde, señora… que aquel niño al que hoy ha llamado inútil puede ser en un futuro, el arquitecto que diseñe su casa o incluso el médico que le salve la vida.

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