Por fuera, parece la estación del año más alegre. Pero, en realidad casi siempre acabamos enmarañados en el verano. Enredados en su insoportable calor, en la parálisis a la que tienen que enfrentarse quienes tienen que trabajar en estas fechas, en echar de menos las rutinas del otoño, el invierno y la primavera cuando los horarios llevan un ritmo que podría calificarse de más normal. Y luego están los que trabajan a pleno sol en verano sufriendo jornadas un tanto inhumanas y con la simple intención de ganarse el pan. ¡Vaya maraña de sociedad!

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