Muy pocos granadinos comprenden la decisión tomada por la Junta de Andalucía para frenar el avance del virus en la capital. Desde San Telmo se escudan afirmando que aplicar medidas también a los hosteleros supondría el golpe de gracia a un sector que aún no se ha curado de las heridas del anterior confinamiento. Es el viejo debate entre economía y salud. La decisión de la Junta tendría sentido si no fuera por lo limitada que es, ya que solo se aplica a las clases presenciales y a las residencias universitarias. Con estas medidas, nada impide a los estudiantes que viven en pisos alquilados irse a tomarse un copa a Ganivet, aquella calle que sacó los colores a toda una ciudad al reunirse multitud de jóvenes de fiesta (otro error de la Junta: creer que todos los jóvenes van a la universidad). También parecen olvidar los responsables de Salud que si las medidas actuales siguen en pie, muchos universitarios volverán a casa de sus padres, pero tendrán que seguir pagando el piso aquí, como ocurrió en la primera ola. En definitiva, van a ser los jóvenes quienes salgan peor parados, por lo que cuesta entender que las medidas de la Junta no busquen ensañarse con ellos.

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