Paso de cebra

josé Carlos Rosales

Exclusión polivalente

UNO de los atributos del poder es su capacidad de segregar o de excluir: tú no eres de los nuestros, a esta fiesta nadie te ha invitado. El poder es así. La única diferencia es que mientras algunos poderes excluyen por razones de raza, religión, ideología, sexo o clase social, otros llevan a cabo sus tareas depuradoras sin más razón que los caprichos del jefecillo de turno. Porque el poder también es caprichoso, y sus decisiones son inesperadas, pueden llegar en cualquier momento. Si no actuara de ese modo, no se propagaría el miedo a los poderosos; si no actuara así, no habría tantos aduladores; y si no funcionara de esa forma, nadie permanecería mirando horas y horas el rostro inexpugnable de jerarcas y de jefes. Y, aunque no siempre se lleve hasta el último extremo esa sucia capacidad de arrinconar o suprimir (cárcel, fusilamiento, exilio…), el poder siempre causa desgarros dolorosos (por mínimos que sean) en el tejido social que controla o administra. Tal vez el poder diga de sí mismo que es inclusivo, pero es excluyente; quizás dirá que va a ser transparente o participativo, pero seguirá siendo oscuro y arbitrario.

En la reciente Cumbre Nuclear de la Unión Europea celebrada en Holanda hace más de una semana, el almuerzo plenario fue atendido sólo por empleados de sexo masculino. Se había solicitado a la empresa encargada del cáterin un servicio donde destacara la uniformidad: así que las mujeres fueron eliminadas del servicio; y Hans van der Linde, dueño de Protocolbureau, justificó su decisión señalando que "si añades tres rubias platino (¡sic!) a un grupo de 20 hombres, la imagen que queremos dar se estropea". No he oído (en España) demasiadas críticas institucionales a esta caprichosa decisión; o, mejor dicho, no he oído ninguna. Y eso que nuestro país está muy bien dotado de Institutos de la Mujer, Observatorios de Género o Concejalías de la Mujer. Qué curiosa es la vida pública española y qué misteriosos sus silencios. Pero en el cáterin de esa Cumbre Nuclear no sólo fueron tachadas las mujeres. También fueron tachados aquellos que no tuvieran determinada edad: todas las personas que atendieron aquel almuerzo solemne eran varones de 25 años. De eso tampoco se habla. En fin, ya lo vemos, las exclusiones del poder nunca vienen solas. Lo que no sabemos es si también se valoró el credo religioso o la tendencia política del personal seleccionado.

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