Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

García Román y Granada

Las ciudades tienen el deber de reconocer lo que hacen sus ciudadanos para engrandecerlas

José García Román recibió el jueves la Medalla de Oro de Granada, en un acto donde, cada año, el Ayuntamiento distingue a numerosas personalidades y entidades que engrandecen con su trabajo la ciudad. Cada uno y una merecerían una semblanza, pero por proximidad cultural me quedo hoy con el reconocimiento a la extensa labor creadora del compositor, referencia notabilísima en la música contemporánea española y universal, que enriquecerá con otras partituras en las que trabaja actualmente. No es lugar esta columna para recordar el extenso catálogo de obras corales, sinfónicas, pianísticas, liricas, muchas de ellas dedicadas a Granada, desde La ciudad de la luz a sus Ecosde Iberia, con el Albaicín y la abadía sacromontana, entre otras páginas. Muchos recordamos el impacto que causó su Réquiem, en el estreno en los Festivales de Granada y Santander, considerado por muchos críticos como la obra más importante escrita después de Falla. Sobre ella, además de las críticas del momento, lo recordaba el pasado Festival en uno de los capítulos dedicados a comentar los momentos más importantes de los 70 años del certamen, con el título 'Un Réquiem para la historia'. Premio Nacional de la Música, Chevalier des Arts et des Letres, en una Francia reconocedora de su valía musical, las consideraciones a su obra son innumerables.

Granada es una ciudad creadora, especialmente en el apartado cultural. La nómina de poetas, escritores, pintores, músicos, intérpretes es interminable, no sólo mirando al pasado, sino al presente. Pero suele ser olvidadiza y, a veces, parece vivir apartada de los triunfos y trabajos de los que elevan el nombre de Granada fuera de sus estrechas fronteras. García Román, además de un músico excepcional, es un defensor acérrimo de esa Granada universal que constantemente reivindica en sus escritos, subrayando su peso específico, no sólo dentro del panorama regional o nacional -que a veces lo sumerge o silencia-, sino como una voz propia, por su historia y su cultura, la de ayer y la de hoy, que ilumina un panorama personalísimo que ya admiraron artistas de diversas procedencias -Albéniz, Falla por supuesto, Debussy, Ravel, Glinka…- a la que dedicaron importantes creaciones, pero, por desgracia, no sabemos exaltar con la suficiente intensidad, como hacen otros lugares con menos bagaje. Conocida es su etapa en la dirección de la Real Academia de Bellas Artes, donde no sólo defendió el rico patrimonio de la ciudad, sino que trazó caminos de futuro, con su campaña sobre el Teatro de la Ópera -que incluso se aprobó un proyecto- o el gran museo.

Por eso, estos plurales homenajes anuales son importantes. Las ciudades tienen el deber de reconocer lo que hacen sus ciudadanos para engrandecerla.

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