Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Granada, símbolo de unión

La ciudad, clave en la unidad de España, negada por los socios de Sánchez, marco del futuro de la UE

Granada se siente orgullosa y agradecida a la UE y al Gobierno de haber sido elegida –con lo que significa de proyección internacional– para celebrar una importante cumbre de la Unión Europea, donde se ha debatido su futuro, con medio centenar de primeros mandatarios y delegaciones, entre ellos el presidente de Ucrania Zelenski. Permítame el lector que, además de ese ‘marco incomparable’, escriba del significado de Granada como símbolo de esa unión, porque aquí concluyó la tarea de conformar un país unido en su diversidad, hace más de quinientos años. Una nación que tanto peso tuvo no sólo en Europa, sino en el nuevo continente descubierto, en cuyos inicios también jugó un importante papel la ciudad.

Me centraré en esta mención local, al margen de los decisivos asuntos debatidos en la cumbre, porque es imprescindible recordarlo, en unos momentos donde se cuestiona esa realidad histórica por presiones y hechos surgidos de la periferia. Recordarlo no sólo a los líderes europeos que conocen bien las raíces que sustentan a los pueblos y naciones europeas, sino a los políticos españoles que deambulan por el poder, entre ellos el actual presidente en funciones, Pedro Sánchez, que podrá ser investido gracias a una esperpéntica constelación de apoyos, dispuestos a fragmentar, precisamente, la odiada nación española.

Ahí tenemos al ahora reverenciado Puigdemont, golpista contra el Estado y las instituciones –recuérdese el valiente y oportuno mensaje del Rey Felipe VI, tras el referéndum y la proclamación de la república catalana–, huido cobardemente en el maletero de un coche para escapar de la Justicia porque –pese a lo que hoy dice Sánchez, a cambio de siete votos– no era un acto político, sino un acto delictivo vigente en el Código Penal que se apresuró a borrar. Resulta grotesco que ese delincuente, hoy pueda decidir el futuro de España, como lo pueden hacer el resto de separatistas y hasta los herederos del casi millar de asesinatos de inocentes ciudadanos.

Aunque Sánchez ha eludido pronunciar la palabra amnistía, se da por hecho que será uno de los principales pagos a un prófugo que ni siquiera está dispuesto a no repetir su fechoría. Tampoco conocemos los límites –judiciales, políticos, económicos– camuflados bajo la capa de “solidaridad, liderazgo y pacificación’, cuando sería un ataque a la unidad e igualdad entre los españoles

En la Granada plurinacional, cuna de la unidad de España, detestada por esos socios, y abrazo de culturas, debería haber explicado hasta donde está dispuesto a pagar por esos apoyos. Una ciudad que siendo eje de la unidad de una nación, exige a sus gobernantes la defensa de los cimientos sólidos de una España unida, sí, en su diversidad, pero también en su dignidad.

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