La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Granada no es (solo) una fábrica de camareros

El despropósito de la 'no Feria' y los toros de Sevilla ¿es un anticipo de lo que nos pasará en Granada en el Corpus?

Bares y restaurantes. Chiringuitos y tabernas. Antros de cualquier especie. Me valen todos; cada uno tiene su encanto y su momento. No he dejado de ir (cumpliendo las normas) durante toda la pandemia. Hay que reactivar la economía. A pie de calle; en los barrios. Siempre he pensado que son el alma de las ciudades. De las que conozco y de las que ya sueño con incluir en mi google maps. Pero una cosa son los profesionales de la restauración y la hostelería y otra bien distinta los intrusos, los oportunistas y los transportavasos. El debate es tan viejo como el problema y la crisis del Covid no ha hecho más que intensificarlo.

Este fin de semana están cabreados todos. Los que han invertido y se han endeudado para adaptar los locales a las nuevas medidas de seguridad y los que se han convertido en focos de brotes y polémicas mirando para otro lado. ¡Y todos llevan razón! La Junta no solo se ha empeñado en arreglar las estadísticas del Covid cerrando y abriendo bares; ahora lo hace casi con nocturnidad y alevosía. El jueves a media tarde, ni en San Telmo tenían idea de qué pasaba ahora con los bares. El consejero de Salud tuvo que comparecer de urgencia desde Córdoba para aclarar horarios, aforos y aplicación de unas restricciones que parecían haber brotado del BOJA con vida propia.

Ni comité de expertos, ni rueda de prensa quincenal ni planificación. Seguí la (improvisada y atropellada) videoconferencia de Aguirre en streaming pero quien de verdad me (des)informó fue el camarero del restaurante en el que había reservado al día siguiente para cenar. 17:00 horas: "Perdone las molestias, que Juanma Moreno nos vuelve a cerrar y tenemos que anular la reserva". 20:00 horas: "Hola otra vez, que la orden no es para el viernes sino para el domingo, que les podemos atender".

Un despropósito a la altura de la 'no Feria' y los toros de Sevilla que han acaparado las tertulias de la semana por cuanto tienen de anticipatorio: ¿esa será la hoja de ruta para el Corpus de Granada? ¿Para la feria de Málaga? No se puede engalanar una ciudad con luces y farolillos festivos al mismo tiempo que escala la cuarta ola, se vuelven a llenar las UCIs de los hospitales y nos emplazan a salir lo mínimo y a no bajar la guardia.

¡Claro que el sector de la moda del flamenco lo está pasando mal! Como los periódicos, como los comercios, como los gimnasios, como las agencias de viaje, como el transporte público, como la cultura en directo, el cine y los teatros… Pero aclárense: ¿estamos en situación crítica o en proceso de desescalada? Porque tan importante es lo que se ordena como el clima de desconcierto o de seriedad con que se comunica si queremos que haya una mínima disciplina de cumplimiento. Entran en juego los mismos condicionantes e intangibles que con las multas: se acabó el efecto disuasorio si sabemos que no llegan. Y las del Covid ya están envueltas, también, en la polémica.

Lo paradójico de la pandemia es que, más que aprender, llevamos meses decidiendo retroceder. Cuanto más avanzamos en el tratamiento de la enfermedad y en la campaña de vacunación, cuanto más demuestra la ciencia y la investigación que saben el camino, más crispación y deslealtad imprimimos en la gestión política. Solo así podemos entender la inaudita carrera que han emprendido las comunidades autónomas para comprar vacunas por su cuenta. Como si tuviéramos más fuerza (y dinero) que la UE para competir con Israel, USA, Canadá o Chile.

Y más paradójico aún resulta que sea precisamente Granada quien se haya colado esta semana en el mapa mundial del Covid. ¡Y en positivo! No porque seamos la provincia que vuelve a estar peor en contagios (que lo somos) sino porque vamos a fabricar vacunas con ARN mensajero (las buenas). En las instalaciones de Rovi. La previsión de la farmacéutica es sacar las primeras en cinco meses; superar los cien millones al año.

Como lo de los bares en Granada no tiene remedio (ni las crisis de siempre ni las nuevas; ni las suyas ni las ajenas), quedémonos con el inesperado y esperanzador título de este artículo: Granada ya no es solo una fábrica de camareros.

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