HOY sólo importa el baloncesto. Nada más. Ganar al Tau en el Palacio y esperar a que Gran Canaria, Murcia o León nos echen una buena mano. O sea, que alguno de estos equipos derrote a sus respectivos rivales para que, con este gran milagro, se evite el descenso a la LEB. Va a ser una noche de transistores, de intensidad y de muchas emociones. Si ha habido un momento en todos estos años en el que ha sido necesario dar la talla es éste. Por parte de todos pero, sobre todo, de los jugadores y de la afición. Esta noche tenemos que estar a muerte con el CB Granada. A partir de mañana ya habrá tiempo más que suficiente para analizar los errores cometidos por el club a lo largo de la temporada y, también, de la enorme falta de respeto que ha habido hacia los medios de comunicación, culminada ayer con el vergonzoso anuncio del fichaje de Mensah-Bonsu. Pero, insisto, ahora eso no es lo importante. Toda la atención tiene que estar centrada en derrotar a los vitorianos, como sea, por lo civil o por lo criminal, que vayamos a que cuando acabe la jornada algunos de nuestros rivales hayan pinchado y se nos quede cara de tontos. Por tanto, primero a ganar y, después, a esperar con la radio pegada en la oreja.

No va a ser fácil. Pese a la resaca de la Final Four, lesionados, tocados, estado anímico, cuarta plaza asegurada y todo lo que quieran decir, no me creo yo que el Tau venga a hacer turismo. No sé si habrá maletines o no de los implicados en el descenso -desde el CB Granada me aseguran que ellos no han primado a nadie- pero la plantilla vitoriana es espectacular y hay que currárselo mucho para vencerles. Los partidos como este hay que afrontarlos al cien por cien y, además, hay otros muchos factores que pueden influir en el resultado final. El principal, la creencia absoluta de que se puede conseguir. Y para ello ahí debe estar la afición. Para empujar a los rojiverdes a que crean en sus posibilidades y a insuflarles ánimo en los malos momentos.