Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Humillación permanente

¿Hasta dónde puede llegar Sánchez para satisfacer al sádico Puigdemont

Tras el rechazo momentáneo de Junts a la ley de amnistía, quedaba la imagen de las caras de los dos protagonistas: Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. El primero, serio y avergonzado; el segundo, con la sonrisa del sádico que ha conseguido imponer sus caprichos al que acepta la humillación. No podía soñar en su dorado refugio de Waterloo el ex honorable que iba a lograr que un presidente de Gobierno de la odiada España iba a quedar tan dócilmente sometido bajo su bota de amo incuestionable, por siete miserables votos que no sólo le permiten a Pedro mantenerse en Moncloa, sino al resto de sanchistas y socialistas que forman el Gobierno, ocupan cargos millonarios en las administraciones gubernamentales o en las empresas públicas. La humillación pagada les parecerá más soportable, pero no sé si comprenderán que esa actitud de indignidad permanente, le repugna a la inmensa mayoría de los ciudadanos que viven con lo obtenido por su trabajo, si lo tienen, cuando ni siquiera puede ocultarse con la mentira de contribuir a la convivencia, cuando es sólo por el interés personal del presidente y de todos y cada uno –y unas– que aceptan esta humillación, conscientes de que deben sus cargos y sueldos a un personaje tan siniestro políticamente como Puigdemont.

A estas alturas, centrados en la dichosa ley de amnistía, que Sánchez y todos los socialistas rechazaban hasta hace muy poco –sólo han quedado en este rechazo un puñado de personas dignas, históricas o actuales– todos nos preguntamos: ¿Hasta puede llegar Sánchez para satisfacer al sádico Puigdemont? Borrados delitos de sedición, atenuados los de malversación, dictados indultos puntuales a delincuentes del golpe de Estado del procés, quedan en el alero una amnistía dónde, además de ignorar todos los delitos cometidos contra el Estado, figuran los presuntos de terrorismo y los de alta traición, en los que trabajan jueces españoles, injuriados en un Parlamento donde no se oyen voces del partido gobernante en defensa de uno de los pilares fundamentales de la división de poderes, como es el Judicial.

Las líneas rojas las está pisoteando Sánchez hace tiempo. ¿Será capaz de eliminar posibles delitos de terrorismo y alta traición –en la que figura la ‘trama rusa’– que exige Puigdemont y que alarma con razón a Europa, pórtico de otros pagos intolerables? No creo que Sánchez tenga un rasgo de dignidad y le dé un portazo al sádico chantajista, convocando nuevas elecciones para recuperar su perdido prestigio y que, al fin y al cabo, sería una oportunidad para deambular dignamente en la política, y no en el lodazal que él mismo ha elegido.

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