El sello

CRISTINA MARÍN MUÑOZ

Kindersinfonie

UNA trompeta y un tambor de hojalata; unos silbatos que producen el canto de un cuco y de un ruiseñor; una matraca y un triángulo, y una cantidad de argumentos por los cuales participar en la donación de juguetes que se llevará a cabo esta misma noche en el Auditorio Manuel de Falla, previa al concierto La Sinfonía de los Juguetes que ofrecerá la Orquesta Ciudad de Granada (OCG).

Sí además añadimos a esta actividad, cultural y solidaria, que han sido muchos los especialistas que a lo largo de la historia han considerado la música como parte importante en la educación y en el proceso de aprendizaje, la cita de esta noche en el auditorio comienza a ser más que obligatoria para muchos padres e hijos.

La música tiene el don de acercar a las personas. El niño que vive en contacto con la música aprende a convivir de mejor manera con otros niños, estableciendo una comunicación más armoniosa. La música les da seguridad emocional, confianza, porque se sienten comprendidos al compartir canciones, e inseridos en un clima de ayuda, colaboración y respeto mutuo. Aseveraba el pianista alemán Wolfgang Leibnitz, que "la música es el placer que el alma experimenta contando sin darse cuenta de qué cuenta". Y tan importante como la música, el juego, que está considerado un derecho fundamental para la infancia e iniciativas de este tipo contribuyen a potenciarlo como parte del proceso de aprendizaje y creatividad de los más jóvenes.

El mismo Platón sostenía que el ritmo y la armonía descendían a todas las zonas del alma, otorgando la gracia de cuerpo y mente que sólo se encuentra en quien ha sido educado de manea correcta. Y a su vez Aristóteles, fue de los primeros promotores de la educación musical integral, ya que estaba convencido de que los humanos alcanzaban una determinada cualidad de personalidad debido a la música.

Es singular, sometido a cualquier disciplinado estudio de hábitos, que la solidaridad viene de la mano de la música, que hace bullir el gusto propio con la aportación solidaria de los instrumentos uno a uno. La música es el hervor que necesita el alma para sacar del cuerpo el hálito apagado, y además, hoy será un vehículo de aportación a la conciencia individual como instrumento solidario. Los sones del tiempo y el viento, del espacio y la cuerda, puestos a disposición de los que reclaman valores, quieren educación, y aman las emociones que trasladan las notas solidarias de la música. Como si fuera un juego. A fin de cuentas, tocar y oír música no deja de ser lo más parecido a un juego celestial.

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