Margarita política

La política se parece cada vez más a una margarita que deshace en un "no, sí, no" continuado

Quizá sea un viejo chiste que reverdeció o quizás sea un nuevo invento de aquellos que tienen tiempo para ingeniarlo, no lo tengo claro. Es posible que hayan escuchado aquello del chiste de la margarita, "¿no?, ¿sí?, ¿no?". Pues esa es la política española. No me refiero a la ministra de Defensa, Margarita Robles Fernández, la única miembro del Gobierno que ha tenido los arrestos suficientes para defender en el Congreso de los Diputados el uso del espionaje como forma de conocer qué se traían entre manos aquellos que pretendían dar un golpe de estado en Cataluña. Resulta obsceno ver que las "miembras moradas" de su mismo Ejecutivo vengan a pedir su dimisión jaleadas por aquellos mismos que pretenden romper el Estado mientras chupan y chupan de sus arcas y presupuestos. Es vomitivo contemplar que los ministros del partido que tiene una E de España en sus siglas se callen o miren para otro lado. No, no me refiero a esa política española cuya cabeza pedían todos aquellos que no dicen España, sino que siempre hablan del Estado, o del Estado plurinacional, o directamente lo insultan negándose a hablar en el idioma que todos entendemos pero que a ellos les produce nauseas citar. Sí, hablaría de una mujer que dijo verdades como puños mientras su jefe, aquel que la nombró, coquetea con exetarras y traidores a la patria pero que mientras le mantengan en el sillón de Moncloa son sus amigos de toda la vida.

Y si hablamos de la política española, en sentido amplio (en ocasiones el lenguaje tiene sus encantados vericuetos), cada vez más se parece a una margarita que se deshace en un "no, sí, no, sí" continuado, casi eterno, en una eternidad leve de cuatro años. ¿Recuerdan aquello del "no es no"? ¿O aquel no dormir si pacto con aquellos? ¿Y qué decir de las concesiones y chantajes para alcanzar los síes suficientes para aprobar lo que sea y cómo sea en las votaciones del Congreso? Hasta los diputados terminan dudando entre el no y el sí, y acaban confundiéndose y dicen "sí" cuando era "no", o "no" cuando era "sí".

Pobres margaritas políticas que sufren ataques de traidores y nadie las defiende; pobres políticas margaritas que se deshacen y quedan desnudas, mostrando sus cabezas sin ideas, dejando al pueblo estupefacto y sin ningún aroma digno de ser aspirado, pues más bien lo único que se destila suele ser un aire corrupto. ¿Les llega el tufo en esta primavera? ¿No?, ¿Sí? Vale.

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