El repentino y brusco cambio en el tiempo que estamos viviendo en los últimos días ha generado una especie de paradoja climática en la que el sol pegaba en invierno y la lluvia ha acabado apareciendo en primavera. Granada, sin embargo, es bonita con luz o bajo el manto gris de un cielo cubierto y lluvioso. Las pintadas en las fachadas ya no tanto. Aunque algunas pueden tener cierta justificación. Como esta, en la que aparece el símbolo del sexo femenino en un momento en el que la mujer lucha por romper el techo de cristal. Con lluvia o sin ella, hay que mojarse por la igualdad.

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