Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Molvízar

QUIEN más sabe de redes clientelares y electorales es el PSOE de Andalucía". Así remató el secretario del PP, Antonio Ayillón, a primeros de septiembre, el alegato que hizo a favor de la honradez del alcalde de Molvízar, Fermín García, a propósito de la denuncia planteada contra él y un obispillo suyo, Francisco Arenas, por Carlos Jiménez, un empleado municipal. Jiménez, según el fiscal, perdió su empleo por resistirse a seguir las instrucciones de ambos y votar al PP en las pasadas elecciones municipales. El tiempo, que varía la fortuna de las cosas, ha deslucido en apenas cinco meses aquella frase vistosa de Ayllón sobre las redes, los contubernios y la cautividad de los votos.

La Fiscalía ha sido tajante y ha pedido quince meses de cárcel para García y su mandado por coaccionar al operario. Según el contundente relato del fiscal, el alcalde urdió un plan para "forzar la voluntad de los empleados municipales". Arenas fue el encargado del trabajo sucio. Un buen día abordó a Jiménez y le pidió su voto. Como se aproximase la fecha de las elecciones sin que hubiera mediado una respuesta, Arenas lo abordó de nuevo y le recordó la inminencia de cooperar en la "operación". El quince de mayo Jiménez recibió la carta de despido. ¡Las redes clientelares, sí señor!

Ahora bien, la primera tentación que hay que evitar a la hora de hacer un comentario sobre el particular es elevar el caso de Molvízar, aún pendiente de juicio, a caso ejemplar. Lo que ocurrió allí es privativo de un lugar, de un momento y de unos personajes. Sería demagógico, e incurriríamos en el mismo despropósito discursivo que suele contaminar las declaraciones que se cruzan cotidianamente en la liza política, sacar conclusiones generales de un hecho particular. Sin embargo, sí se percibe en la presunta actuación de Fermín García algo así como una coincidencia estilística con la España caciquil del siglo pasado.

La cautividad del voto, por cierto, es un asunto interesante. El PP ha reflexionado muchísimo sobre ese concepto. Primero en relación con los planes de empleo rural (el famoso PER) y luego, a la vista de que los votantes andaluces seguían erre que erre en sus preferencias políticas mayoritarias, vinculándolo con otros sometimientos. No es casualidad que entre la oposición haya calado con éxito la teoría de que Andalucía está tiranizada por un "régimen", el de los socialistas: un régimen sostenido por "redes", sutiles esclavitudes y la fuerza de la costumbre. Pero tengo la impresión de que la observación es al menos incompleta y que el PP debe compartir la responsabilidad del triunfo continuado del PSOE. ¿La razón? Su contumacia en alimentar un régimen de oposición mediocre.

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