EL debate no debe ser enviar más tropas, sino cómo llevar a cabo una estrategia de desarrollo político-militar que ponga fin a una situación de inestabilidad". Lo ha dicho el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, tras la muerte de otros dos militares españoles -y van 87- en atentado en Afganistán.

Yo que Moratinos no sería tan tajante. ¿Qué pasaría si la OTAN llegara a la conclusión de que para "llevar a cabo una estrategia de desarrollo político-militar que ponga fin a una situación de inestabilidad" hace falta precisamente enviar más tropas? No es una hipótesis descabellada, ni mucho menos. De hecho, el presidente electo Obama ha anunciado su propósito de ir retirando soldados de Iraq y reforzar la acción militar en Afganistán, donde los talibanes están crecidos.

Pues pasaría que todos los países de la Alianza Atlántica, incluida España, tendrían que replantearse la cuestión de sus efectivos y de su función allí. Hay un equívoco notable al respecto: los veinte mil soldados de Estados Unidos de la llamada Operación Libertad Duradera combaten directamente a los talibanes, mientras que los cuarenta mil de la OTAN, procedentes de cuarenta naciones, están autorizados por la ONU para ayudar a la seguridad y reconstrucción de Afganistán. El problema es que los afganos sublevados, cuando atacan, no hacen distingos entre unos y otros. Todos van de uniforme, todos son invasores y enemigos. Los bombardeos norteamericanos sobre población civil, la corrupción de la Administración protegida por los occidentales y los beneficios del cultivo del opio que el talibanismo y los señores feudales controlan completan un panorama desconcertante, del que emerge una sola verdad: la doble misión de la ONU y la OTAN debe ser repensada.

En todos los sentidos. Bajo la batuta de Obama, pero sin el unilateralismo de su predecesor, hay que debatir si es posible derrotar a los talibanes, qué medios se necesitan, cómo reconstruir el Estado afgano bajo parámetros democráticos y qué capacidad de actuación tienen las tropas. Si alcanzado ese consenso se piensa que hace falta enviar más soldados invasores con planes estrictamente combatientes, no veo yo cómo podría negarse España a aumentar su contribución a esta guerra -dejémonos de eufemismos- en la que, según decimos, está en juego nuestra seguridad y nuestra libertad. En esta segunda etapa presidencial de Zapatero parece descartada la idea insostenible de que otros peleen y mueran para que nosotros estemos tranquilos.

Por eso digo yo que Moratinos ha sido demasiado tajante. Obama no se va a conformar con las felicitaciones y colegueos de ZP. Querrá complicidad, solidaridad y connivencia con la causa.

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