MORIRSE comienza a ser un lujo. El aumento del IVA en los servicios funerarios gravan a este sector de una manera desorbitada, hasta tal punto que un entierro 'tipo' que ronda los 3.000 euros se dispara en torno a los 3.400 euros. La recaudación para el Gobierno está garantizada puesto que nadie, de momento, puede prescindir de este servicio así que no hay más remedio que afrontar el desembolso. La única manera de abaratar los costes es haciendo números en los servicios suplementarios y prescindiendo de algunos de ellos, así que se acabaron las esquelas, se reducen las coronas y, el ataúd, de lo más corrientito. Para mitigar los efectos del nuevo tipo de IVA, ya hay empresas que han optado por ampliar las modalidades de pago a quienes no tienen contratada una póliza. De esta forma se puede dividir el coste del entierro en 12 mensualidades sin intereses. Opciones que no serían necesarias si un servicio de primera necesidad estuviera gravado con un tipo impositivo reducido.

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