Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Odio en campaña

En Cataluña llevan años adoctrinando en el odio y ahora lo utiliza Vox contra los inmigrantes

Entre los temas preocupantes para los españoles de hoy es que la España cainita, de la que muchos hemos hablado y escrito, renazca, tras la recuperación de la democracia, regresando un clima de odio, utilizado por algunos partidos políticos. Cainismo entre hermanos y vecinos, como ocurre en Cataluña -convertido en el principal problema político del país-, donde los gobernantes nacionalistas, en su versión independentista más exaltada, han ido adoctrinando a niños -observen algunos libros infantiles que circulan-, jóvenes y adultos en un odio no sólo contra el resto de españoles, sino entre los propios conciudadanos que no comparten sus ideas separatistas. Ha sido patético, no sólo la exaltación de la violencia impulsada por el govern, cuyas imágenes han recorrido el mundo, sino las agresiones sufridas por pacíficos catalanes que acudían a la entrega de los Premios Princesa de Girona, golpeados, insultados, escupidos por una multitud, entre la que figuraban representantes de instituciones y políticos separatistas. Inquietaban las caras de odio de catalanes agrediendo e insultando a otros catalanes que ejercían su derecho de acudir libremente a un acto de los Reyes y la joven heredera. Que fueran gobernantes catalanes, que tienen la representación constitucional en la región, los que estimulaban esas manifestaciones contra el jefe de un Estado -sea o no Rey-, máxima representación de un Estado de derecho, supera la expresión 'espontánea' de los ciudadanos. Pasemos por alto, por ahora, la vinculación que los violentos CDR -incluso algunos miembros acusados de presunto terrorismo se han referido al propio Torra como conocedor de sus planes- y otros grupos y asociaciones separatistas puedan tener con los gobernantes catalanes, pero lo que está claro es el grado de odio inculcado contra el resto del país y de sus propios conciudadanos, entre ellos periodistas amenazados, como ocurría en el País Vasco en tiempos de ETA. Todo ello en una campaña electoral que no sabemos cómo terminará mañana en una Cataluña blindada en el día de elecciones.

Pero no hay que desdeñar otro inhumano granero de odio, esta vez contra los inmigrantes, que ha extendido Vox, durante la campaña electoral negándole que reciban asistencia sanitaria o acusando a los jóvenes acogidos de ser principales responsables de robos, violaciones y agresiones que sufren los españoles. Si inquietante es lo de Cataluña, vergonzoso es lo de Vox, en otro orden de valoraciones. Esto no es democracia, como no lo es que un presidente de Gobierno, en funciones, haga alarde de manejar a los fiscales para traer a Puigdemont, desprestigiando irresponsablemente la euroorden contra el huido, que recibe una inesperada baza ante la justicia europea.

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