Bloguero de arrabal

pablo Alcázar

Pasarelas de pasión

CON esto de la Semana Santa, tengo a mi Pánfilo, el jubilado disruptivo que no me deja ni a sol ni a sombra, algo cabreado. Y todas las quejas vienen para mí. No sé qué tengo yo que me regañan mis amigos, como si yo fuera del PSOE; pero es que hay quién ve en mí repuntes conservadores y otros me abruman con observaciones y advertencias porque piensan que miro con benevolencia a Podemos; en fin, que al no ser de nadie enteramente (ni mío siquiera), todos me ven como ajeno y me marean. Pánfilo, sobre todos. Le he pedido que se dirija a los responsables, en cada caso, de su malestar y que me deje tranquilo. Pero como si nada. Como lleva dos días intentando circular en moto por Granada y dándose de bruces con municipales y gente cubierta con máscaras como las de ETA pero terminadas en punta, me manda unos emails abrumadores. Se ha cabreado con un artículo de Ignacio F. Garmendia que leyó el martes en este mismo periódico porque entendió que el articulista le sugería textualmente que si no le gustaban las fiestas de esta semana que "se quitara de en medio". Bueno, me escribe encendido que se siente privado de sus derechos constitucionales. Transcribo exactamente su mensaje para que se vea hasta qué punto Pánfilo está un poco loco estos días: "La Semana Santa", me dice, "está recortando mis derechos constitucionales casi tanto como la ley mordaza. El PP ha aprobado La Ley Mordaza para protegerse de los ciudadanos que ya conocen la costra de corrupción que lo envuelve y también para poder servirse de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como muro de contención privado frente a la indignación pública de los ciudadanos. No estoy seguro de que el partido que gane las elecciones, sea el que sea, la derogue. Siempre es bueno tener a alguien que cuide de ti... Y ahora la Semana Santa, por sí esa ley no ha recortado suficientemente mis derechos, me impide, cuando hace más calor, llegar a los italianos en mi moto para refrescarme con mi copa preferida, la Moretto. Supone un auténtico calvario intentarlo cualquier día de Semana Santa. Después de un recorrido laberintico, logré llegar ayer en moto a la Gran Vía y, como todas las calles, estaban ocupadas por pasos y cofrades, terminé desembocando en Los Italianos por dirección prohibida, menos mal que el guardia que me llamó la atención era más comprensivo que el paganismo idolátrico de estos días y me dio una palmada en la espalda y no me multó: me acordé de la peli Manolo guardia urbano y me reconcilié con los municipales. Le pido que relativice y que enfoque el asunto con menos acrimonia, así, por ejemplo: "Las imágenes de Semana Santa son como top-models. Con el gesto congelado, como los modelos de pasarela, no distraen a los fieles con visajes y así los devotos pueden dedicar todo el tiempo a fijarse en las vestiduras, bordados y oropeles de los titulares, como conviene a la profunda religiosidad del pueblo andaluz". Ni siquiera me ha contestado.

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