Pedro, el mesías

Si pide algo a la militancia, seguro que se hará lo que él diga, sea lo que sea o sin saber lo que se dice o se hará

En esta ocasión les hablo del presidente del Gobierno, y se preguntarán ustedes qué más se puede decir desde una columna de opinión sobre Pedro Sánchez Pérez-Castejón, probablemente, futuro presidente de España con los votos de partidos que no se caracterizan por su amor hacia la misma. Por las fechas en que nos movemos, vísperas de Todos los Santos y de los difuntos, y si es que algunos no confunden tales fechas con aquello de los zombis y demás fiestas exportadas desde el imperio yanqui, podríamos decir que Pedro es un eterno resucitado y que tiene tantas vidas como esas figuras del terror. No sé cuántas veces le han dado por difunto, políticamente hablando, en las más sesudas tertulias comunicativas y en tantas veces y una más ha vuelto y ha ganado a quien tuviera que ganar, dentro y fuera de su partido.

También podríamos decir que es un mesías del poder. Lo vemos de continuo cuando manda a sus ministros a propagar, como apóstoles o enviados, las buenas nuevas del progresismo y anunciarnos de continuo que España va bien y que cada decisión que toma hace mejorar a nuestra nación y a nuestras pobres vidas de mortales. Quizás alguno de sus enviados sale un poco traidor, pero ya sabemos que eso, históricamente, ha pasado en todos los grupos.

Cuando Pedro, el mesías del progresismo, que está en esta tierra para salvarnos de los avernos infernales de la derecha, pide algo a su militancia, seguro estemos que se hará lo que él diga, sea lo que sea o sin saber lo que se dice o se hará. Será igual, dado que su reino no es de aquí, sino de la república que sueña presidir, y se acatará ciegamente por sus seguidores, vayamos a que pierdan los sillones que ocupan.

Dirán ustedes que Pedro siempre ha dicho que respeta el marco de la constitución y lo de la monarquía parlamentaria. Empero no olvidemos que su tocayo Simón Pedro, negó a su jefe en tres ocasiones. Digamos que cambió de opinión y manifestó no conocer al Mesías de Nazaret. No duden ustedes que este Pedro negará tres veces, o las veces que haga falta, cualquier anterior afirmación que hubiera realizado y no me nieguen que tiene mérito tal arrepentimiento, o cambio de opinión, a fin de cuentas este Pedro se aplica aquello de que a los arrepentidos los quiere el otro Mesías. Y que si hace falta, él pone la mejilla para que cualquier traidor y huido de la justicia le bese y le nombre presidente. Pedro, el mesías virtuoso. Vale.

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