Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

¿Política ficción?

Si Marine Le Pen ganase mañana en Francia, el final del ideario y unidad europea se habría firmado

Dejaremos, hoy, de mirarnos el ombligo local, regional o nacional, en el que encontramos tanta suciedad incrustada, para centrarnos en algo importante como es la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas que se celebrarán mañana en las que el improbable -pero no imposible- triunfo de la ultraderechista Marine Le Pen, xenófoba, antieuropeísta, producto de ese viejo populismo nacionalista que vuelve a envolver al continente y que tanta tragedia provocó, podría significar el paso decisivo para el final de la unidad europea.

Sin el Reino Unido y sin Francia, con el entusiasmo de otro populista millonario como Donald Trump que está ahora entretenido con la crisis coreana -con vueltas a hablar de holocausto atómico-, las fichas de dominó de Europa irían cayendo, una tras otra, porque hay ya fuerzas muy sólidas de un extremismo peligroso en la poderosa Alemania, Austria, Holanda y otros países que parecían modelos de defensa de las libertades y los derechos humanos que se pisotearon durante la segunda guerra mundial.

La desaparición de los dos partidos clásicos a derecha a izquierda, con especial mención al hundimiento de los socialistas, puede ser signo de futuro para el resto de los países del continente. No es desdeñable que, fuese cual fuese el resultado final de mañana, Le Pen está consiguiendo, entre la clase media trabajadora y obrera, apoyos que no ha obtenido en su campaña el novel candidato liberal Enmanuele Macron. Por si fuera poco, Le Pen está copiando mensajes de la izquierda que Iglesias apoyó, con tan escaso éxito, y pide el voto útil de los seguidores, en la vieja idea de que los extremos se tocan.

Hace tiempo que he hablado del 'rapto de Europa', por la política de recortes sociales, el desprecio y el acoso a los países de la Europa del Sur, al que, como decía en anterior comentario, el presidente del Consejo Europeo afirmaba que los ciudadanos se gastaban las ayudas en "vino y mujeres". La desafección hacía la UE se va extendiendo y el Brexit británico es sólo un principio que se puede inocular como un virus letal, capaz no sólo de cargarse esa unidad, surgida tras la segunda guerra mundial, sino, lo más importante: la libertad, la defensa de los derechos humanos, la igualdad social y tantos otros principios fundamentales que nos hemos dotado los que pertenecemos a esa comunidad de ideales, en algunos aspectos, traicionados.

Cerrar fronteras es una obsesión de los extremistas, los xenófobos y los populistas. Esperemos que las encuestas no fallen esta vez y Le Pen, aunque reforzada políticamente, no llegue a la presidencia de La France, modelo para muchos de libertades y acogida laboral e intelectual para los creadores, entre ellos tantos españoles.

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