Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

Primarias

TODO el lío, tanto mediático como dentro del propio Partido Popular, que se está armando con la ambigüedad de Esperanza Aguirre en cuanto a su posible candidatura a la presidencia del partido en el cada día más cercano congreso de junio, se solucionaría con la existencia de unas elecciones primarias en las que todos los militantes eligieran libremente quién quieren como próximo presidente de su formación, así como a quién desean como aspirante a ocupar la Moncloa en 2012.

Algunos analistas dicen que en el PSOE se intentó con Borrell, pero que el poderoso aparato del partido se lo cargó porque no le gustó el elegido por sus bases. Pero lo cierto es que la democracia directa en el seno de los partidos es cuestión cada vez más demandada, como demuestra una encuesta de Sigma Dos para El Mundo realizada los pasados días 24 y 25 de abril, en la que se pone de manifiesto que el 71 por ciento de los votantes del PP el pasado marzo quiere que el futuro candidato a la presidencia del Gobierno se elija en una primarias. Encuesta que revela, asimismo, que sólo un 25,80 por ciento prefiere a Rajoy como candidato; otro 25,40, a Gallardón; un 18,40, a Rodrigo Rato, y sólo un 14,50 por ciento de los encuestados se decanta por Aguirre.

La encuesta es bastante parecida en cuanto a la elección a presidente del Partido Popular: Rajoy obtiene un 25 por ciento; Gallardón, un 23,90; Rato, un 20, y Aguirre, sólo un 13 por ciento. Pero lo que sí queda patente es que el 75,60 por ciento de los encuestados prefiere que en el próximo congreso se presenten otros candidatos, además de Mariano Rajoy.

Parece obvio que las primarias son la opción que demanda en la actualidad la militancia de los partidos, cuyos mandatarios se hacen con los sillones del poder y piensan que jamás deberán levantarse de ellos, que les son otorgados en propiedad y que a quien se le ocurra cuestionarlos será prontamente defenestrado. No es este el caso de Rajoy, a quien considero tolerante y abierto a que se presenten otras alternativas, mostrando su valentía y sinceridad al presentar su candidatura con tanta antelación, pero sí el de múltiples politiquillos de a pie que se enquistan en la política durante décadas llegando a la plena convicción de que su presencia es nata y que, mande quien mande, ellos tienen que seguir por derecho propio.

En fin, la opción de la democracia interna mediante unas primarias dentro del PP propiciaría que el elegido saliese muy fortalecido y tuviese mayores opciones de resultar elegido presidente del Gobierno en las próximas elecciones. El ejemplo de Estados Unidos, extrapolado a nuestro sistema, sería digno de alabar. Todo candidato se trabajaría seriamente su elección.

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