Existió un partido político en Cataluña que portaba unas iniciales, CiU, de cuya lectura se podía suponer un carácter moderado y dialogante. De hecho su máximo dirigente mostró orgulloso, durante años, su capacidad de pactar con gobiernos de derecha e izquierda, y todo por el bien de su tierra y siempre que el resto de las tierras de España fueran dejando beneficios para sus arcas. Resultó que cuando el beneficio propio cesó, esas tierras le estaban robando. Descubrimos entonces que quien realmente había estado robando y mintiendo, a todo el mundo, eran aquellos que decían ser moderados y convergentes. Y la derecha y la izquierda española lo comprendieron muy tarde; tan tarde que aún no saben cómo solucionar un problema que ellos mismos han alimentado a base de privilegios de todo tipo.

Los representantes políticos de la burguesía catalana, desde Pujol a Mas terminando en Puigdemont, se han convertido en los máximos exponentes del cinismo político. Mentir y provocar con descaro y a sabiendas son su táctica continua, al más puro estilo del fascismo de las entreguerras del siglo pasado. Así hay que declararlo sin pudor.

¿Hasta cuándo tenemos que soportar el juego cínico al que nos somete el poder político catalán apoyado por una izquierda antisistema que lo que desea es imponer una dictadura anarquista asamblearia utópica? La historia política está llena de alianzas inverosímiles que han servido para viles ultrajes como en el que nos vemos inmersos ahora los españoles.

El cinismo de Puigdemont invoca a Kosovo para mostrarse como el salvador del pueblo catalán mientras él mismo ignora y ultraja a gran parte de la población catalana que se siente española. ¿Quizás toma a Kosovo como ejemplo para ir preparando la limpieza étnica entre buenos y malos catalanes?, esa limpieza que ya está en el miedo de muchos catalanes que temen declararse españoles en la "proclamada/no proclamada" república de Puigdemont.

El presidente americano John Fitzgerald Kennedy dijo, cuando mandó a la Guardia Nacional a hacer cumplir las leyes en los estados sureños, que: "Los estadounidenses son libres de estar en desacuerdo con la ley, pero no de desobedecerla. Pues en un gobierno de leyes y no de hombres, ningún hombre, por muy poderoso que sea, y ninguna turba por mas rebelde que sea, tiene derecho a desafiar a un tribunal de justicia". Seguramente que para el gobierno rebelde y traidor de Puigdemont y para los que le arropan con mareas de plurinacionalidades Kennedy resulte poco demócrata o un ejemplo de imperialismo español. Vale.

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