ASISTIMOS a tentativas de regeneración de pacotilla: para mejorar la economía se recomienda maquillar las estadísticas de empleo; para arreglar la política, hacer más mayoritario el sistema electoral, y para acabar con el fraude fiscal, poner el foco en el fontanero o el hombre de la calle. Alarmada por la irrupción de Podemos en escena y convencida de que la indignación por la crisis institucional y económica sigue bullendo, la clase dirigente empieza a conjugar torpemente el verbo regenerar.

El presidente de la CEOE ha acudido al campus de verano de Faes, la fundación presidida por Aznar que hace de laboratorio de ideas del PP. Rosell ha dicho allí que hay un millón de amas de casa que se han apuntado al paro para percibir algún tipo de subsidio, que las estadísticas de empleo están mal hechas, que aparecen cientos de miles de prejubilados que no son parados…

No habla de limitar los beneficios empresariales, de la reinversión, de primar al capital que se arriesga, crea valor y empleo, frente a las fortunas ociosas. Tampoco se pronuncia sobre el fraude y la corrupción. No. El jefe de la patronal parece más preocupado por la propaganda o por la imagen del país que por la economía y el paro.

El presidente del Gobierno ha salido a la palestra para anunciar con solemnidad medidas para la regeneración de la vida pública. Una va a tener aceptación: reducir el número de aforados. Podría hasta eliminar la figura. La otra propuesta es más polémica; que gobierne en los municipios la lista más votada. Dicho así de simple, suena a autoprotección contra la desafección de los ciudadanos en las elecciones de mayo. Uno de los déficit de la democracia española es el sistema electoral, más bien mayoritario con listas cerradas y bloqueadas a merced de los viejos aparatos de los viejos partidos. ¿La lista más votada? Si es a dos vueltas, podría conformar alianzas en el segundo turno como ocurre en Francia. Estaría bien. Si se trata de dejar todo como está y que el candidato con más votos sea alcalde y tenga mayoría absoluta sería muy burdo.

La misma impresión causan los anuncios de Montoro en la televisión. Es verdad que hay que concienciar al ciudadano para que pague impuestos. Pero sin olvidar quiénes son los responsables de las grandes bolsas de fraude fiscal y perseguirlos. No son ni el fontanero, ni el mecánico, ni el hombre de la calle, sino aquellos para los que después se diseñan sofisticadas amnistías. La regeneración está muy verde.