Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Réquiem por la Constitución (2)

Hace cuatro años, con este título, advertía del riesgo de los pagos de Sánchez para mantener el poder

El 7 de diciembre de 2019, con este mismo título, escribía una columna que podría transcribir íntegramente sobre el riesgo que supondría para la Constitución de la concordia, la igualdad de derechos y deberes de los ciudadanos, viviesen donde fuese en una España, unida en la riqueza de su diversidad, los pagos que Pedro Sánchez tuviera que hacer a los extremistas, separatistas, catalanes y vascos –herederos en el caso de Bildu de los que ensangrentaron el país– para mantenerse en el poder. En la memoria de este periódico pueden ‘verificar’ esta realidad, que no era ocurrencia personal, sino leit motiv de la mayoría de los comentaristas independientes. Era triste para quién había escrito a favor de la Constitución, desde su aprobación refrendada por la inmensa mayoría del pueblo, constatar los riesgos que suponía esa falta de escrúpulos de un presidente del Gobierno para asegurarse la estancia en el poder. En esos cuatro años hemos asistido a eliminación de delitos en el Código Penal –borrón a la sedición, atenuada la malversación, indultos– y ahora la ley de Amnistía, junto a todas las exigencias de los separatistas, culminada con la humillación de aceptar un verificador internacional para que certifique la entrega de un Estado de Derecho a un delincuente prófugo como es el supremacista de la derecha extrema catalana Carles Puigdemont que, como figura en la genial caricatura de Miki&Duarte en este periódico, se parte de risa ante un ejemplar de la Constitución Española que en su 45 aniversario ha pisoteado a placer. Al fin y al cabo, Sánchez le ha abierto las puertas para que esta legislatura sea la grotesca y esperpéntica que dicte el prófugo de Waterloo.

Cuatro años de pisotear derechos fundamentales, cesiones indecorosas a los enemigos de España, a los que debe Sánchez su permanencia en La Moncloa, y que se jactan de estar contra las instituciones –incluida la judicial–, sin acudir a los actos solemnes del Parlamento, ni acercarse siquiera a los homenajes anuales a la Carta Magna que une a todos los españoles y es su signo de convivencia, tras una cruel dictadura. Es verdad que la Constitución no pueden utilizarla los partidos como arma arrojadiza para su encarnizada lucha política, pero también es cierto que los que ostentan el poder ejecutivo no pueden pisotearla al ritmo que impongan los enemigos declarados de la misma.

Cuarenta y cinco años escribiendo cada diciembre de la Constitución, me permite unos momentos de preocupada reflexión por el porvenir de la misma. No quisiera escribir otro Réquiem (y 3) por este faro de luz que ha iluminado estas décadas de paz y libertades.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios