El sol golpea con tanta crudeza en estos días de julio que cualquier contraluz, aunque sea de carne y hueso, puede pasar por una sombra. Es el caso de la figura de este turista, detenido en plena calle Oficios para tomar una foto de la Capilla Real. A su derecha, la proyección de uno de los pináculos de la cámara donde están enterrados los Reyes Católicos casi se confunde con la estilizada planta en forma de jarra del viajero. Entre tanta luz; sombra aquí, sombra allá. Pero este calor no hay quien lo maquille.

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