mar adentro

Milena Rodríguez / Gutiérrez

Tasa autonómica

SIEMPRE se ha dicho que las situaciones de crisis desarrollan la imaginación y el ingenio. En medio del desastre, la calamidad o la ruina, los seres humanos aguzan los sentidos y tienen, de repente, ideas que en medio de la abundancia, la felicidad o la fortuna, no se les ocurrirían. En Cuba, por ejemplo, país de crisis perenne, alguien inventó un refrán que se repite a menudo: "La necesidad hace parir mulatos".

Las Comunidades Autónomas de Cataluña y de Valencia se han convertido en comunidades pioneras en ideas ingeniosas e imaginativas para situaciones críticas. Continuamente nos llegan sus propuestas e invenciones. Aunque sucede que el ingenio crítico actual de aquellas zonas no genera demasiadas sonrisas: cerrar hospitales, despedir a profesores, cobrar la asistencia sanitaria... Más que ideas ingeniosas, las propuestas catalano-valencianas parecen ocurrencias macabras, o de humor negro.

Una de las últimas ideas ingeniosas para la crisis, procedente en este caso de la Comunidad catalana, es cobrar una tasa especial a los estudiantes universitarios procedentes de otras regiones o comunidades españolas. Los catalanes, expertos en hacer cuentas, han hecho sus cálculos: 12 mil estudiantes foráneos matriculados en siete universidades públicas catalanas arrojan la tasa de 100 millones de euros. Una cantidad jugosa, excitante, muy tentadora en época de crisis.

Desde la Universidad de Granada se está cuestionando, con razón, esta propuesta catalana. Si se aplicara la reciprocidad, dicen, la Universidad de Granada podría cobrar la tasa a unos 8 mil estudiantes no andaluces matriculados en sus aulas. Y también a todos aquellos estudiantes no europeos que estudian en Granada. Comentan desde la Universidad granadina que la medida podría ser anticonstitucional. Y el sentido común nos dice que efectivamente lo es.

Esperemos que el Gobierno español, los rectores universitarios, la Unión Europea, el Tribunal Constitucional o la ONU pongan freno a esta ocurrencia. Aunque tal vez no haya demasiados motivos para inquietarse: el simple sentido práctico logrará parar la medida. Porque en vez de cobrar mucho es muy probable que la Generalitat pierda lo que ahora tiene al provocar la huida, la marcha en desbandada de los estudiantes foráneos hacia cualquier otro lugar de España donde paguen por lo que compran y no según el lugar en que nacieron. Sí, es probable que en Cataluña rectifiquen. Porque una discriminación ideada para llenar el bolsillo y que acaba, por el contrario, vaciándolo, carece absolutamente de interés.

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