granada nuestra

fotos Pepe Romero / Textos J.A. Romero López

Tiempos difíciles

1962. Los niños que juegan en la granadina Plaza Bib-Rambla no pierden la ilusión, ni las ganas de jugar y de comer, pese a que la pobreza acecha detrás de cada esquina

UNA imagen bastante peculiar del año 1962. A pesar de los tiempos difíciles, unos niños en Plaza Bib- Rambla no pierden la ilusión, las ganas de jugar ni de comer.

La instantánea que hoy les ofrecemos puede hacernos pensar en una época pasada, ya superada. Pero, si el lector se detiene a observar con atención la imagen, puede descubrir, además del valor estético y periodístico de la misma, todo un espacio de pobreza y a la vez de ilusión reflejada en las miradas de esos niños. Sobre todo, no deja de llamarnos la atención, el niño desnudo que mira fijamente a la cámara mientras está comiendo. Lo único que tiene entre sus manos es una torta que come rápidamente antes de que alguien quiera arrebatársela. Su madre aparece al fondo y, tras ella, un vehículo que algunos lectores recordarán, el Biscúter, de fabricación española.

Más allá de una mera descripción, podemos vislumbrar una imagen de gran dureza que quizás no esté muy lejos de representar el drama de muchas familias en la actualidad. Si nos situamos cerca de los puntos de recogida de alimentos, podemos rápidamente percatarnos de que existen muchas personas necesitadas de productos básicos. Esto nos hace cuestionarnos si, en realidad, estaríamos volviendo a índices de pobreza que recuerdan a épocas pasadas, como la que aparece en la imagen de Pepe Romero. Podríamos incluso preguntarnos si estamos retrocediendo a un contexto económico y social que creíamos superado.

Hace apenas unos días conocimos los polémicos presupuestos para el próximo año 2014. Es cierto que, en los tiempos que corren, es necesario un ajuste en determinadas partidas. Sin embargo, hay algunos ámbitos en los que se debería, cuanto menos, mantener el mismo presupuesto que en el ejercicio anterior. El ciudadano de a pie no es el responsable de una situación económica que está demorándose demasiado en el tiempo.

Por su parte, las distintas administraciones intentan tranquilizarnos con mensajes llenos de esperanza y positivismo, en los que las palabras crecimiento, recuperación, descenso del paro, pensiones, educación, sanidad, aparecen constantemente. Sin embargo, de aquellas buenas palabras, sólo nos llegan unos datos macroeconómicos que no logramos entender, las disputas entre unos y otros, la austeridad en servicios y el aumento de impuestos o creación de otros nuevos, como la nueva tasa de residuos que nos impone ahora la Diputación de Granada. ¿Se acuerdan cuando reciclábamos el vidrio y nos devolvían el dinero de los envases en las lecherías y supermercados?.

Es posible que estemos creciendo, aunque apenas lo notemos. Pero la realidad, aunque algunos no quieran verla, es que hoy en España hay una elevadísima tasa de paro, que el poco empleo que se oferta es temporal y en ocasiones precario, que los salarios han sido reducidos y congelados y que muchos titulados universitarios han salido del país en los últimos años en busca de una salida profesional. Ingenieros, arquitectos, médicos, investigadores, profesores, profesionales de los medios de comunicación, se han visto abocados a emigrar. La salida de profesionales fuera de nuestras fronteras no es algo nuevo, ocurría ya en 1962. Sin embargo, no era previsible la dimensión que está comenzando a tomar en la actualidad. Es una decisión que muchos califican como la más acertada en sus vidas y ni se plantean, al menos de momento, el retorno hasta que no tengan un trabajo cualificado y estable en nuestro país. Lo lamentable de todo esto, es que se trata de un capital humano de enorme valor que pierde nuestro país. Sin duda, la salida de España de estos profesionales nos lleva a un empobrecimiento en el ámbito científico, cultural y técnico.

Llevamos cinco años de crisis económica y nos han arrebatado, poco a poco, muchos éxitos sociales logrados no sin sudor, casi nos han dejado desnudos como el niño de la imagen. Aunque tengan siempre presente que lo que jamás podrán eliminar de nuestra mirada es la sonrisa y la ilusión, como la de los niños de Plaza Bib- Rambla.

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