Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Un año de muerte y ruina

La pandemia y la mala gestión política han provocado 100.000 muertos y cuatro millones de parados

En este mes de marzo se cumple un año de vivir bajo la tiranía del Covid-19, que empezó a conocerse tras las multitudinarias manifestaciones feministas del 8-M, los encuentros deportivos, las concentraciones de Vox e infinidad de actos en todo el país de los que pronto sufriríamos los efectos, cuando, una semana después, se decretó el confinamiento total de la población y empezamos a ver las escenas dantescas de los ancianos muertos junto a otros vivos en las residencias de mayores en las que ahora admite el incompetente gobierno de Sánchez-Iglesias la muerte de 30.000 personas. No se debe olvidar que el Gobierno central había tomado el mando único en los primeros meses y, por lo tanto, era responsable de ellas, no sólo las autonomías. Al mismo tiempo se hacinaban los hospitales, las UCI estaban desbordadas, hasta el punto de no admitirse, en algunos lugares, a los mayores de ochenta años, incluida Granada, según un directivo sanitario. Del nefasto año he dado cuenta en esta 'mirada': de las libertades recortadas o anuladas, de escenas dignas de relatos de Poe y, por si fuera poco, de ruina. Ayer, pasando por el centro de Granada, me abrumaba la infinidad de bares, hoteles, comercios diversos con los carteles de se vende o alquila. El país ha llegado a superar los cuatro millones de parados y cerca del millón en ERTEs, mientras la ayuda mínima de subsistencia sólo ha llegado a uno de cada cinco solicitantes. Pese a las restricciones -el mundo de la cultura sabe mucho de ellas-, la cifra de muertos ha seguido imparable -cerca de 10.000 sólo en febrero, casi cien mil en todo el periodo-, aunque por fortuna descienden los contagios y, con la lentitud en administrar las vacunas, en las residencias de ancianos se empiezan a ver la luz de la vida. ¡Vacunas, más vacunas! pedía en otra columna, pero mientras todo eso ocurre y ha ocurrido, no sólo no parece haber aprendido de los errores y excesos, sino que los políticos siguen dedicándose a polemizar sobre asuntos tan poco prioritarios como la monarquía o república, obsesión del impresentable vicepresidente Iglesias, con sus 'exiliados' y 'presos políticos' -comparar a Puigdemont con Antonio Machado, por ejemplo, que hace una semana se cumplía el 82 aniversario de su muerte en Colliure, junto a su madre, es aberrante-, sus silencios a desmanes de los admiradores de un violento rapero catalán y otras barbaridades que definen a quién forma parte de un Gobierno de tales carencias democráticas, según él.

Un año trágico donde el Covid-19 ha triunfado plenamente, ante políticos tan inútiles y triunfalistas en sus interminables peroratas, que, además, son incapaces de suministrarnos, con la rapidez requerida, las últimas gotas de esperanza.

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