Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Un año más pobres

Ni salarios y pensiones compensarán la desbocada subida de precios, incluida la carne denunciada por Garzón

C ANSADO de clamar por los olvidos sufridos por mi ciudad a cargo de las administraciones centrales y autonómicas de todo signo -Rules, los trenes, desde que la socialista Sala, nos decía, hace décadas, que si los granadinos queríamos viajar a Madrid cogiésemos el autobús, las carreteras, corredores mediterráneos, etc.- suelo mirar a la política nacional que tanto nos afecta. Comenzamos el año con un montón de malas noticias, empezando por la pandemia Covid que, con sus diversas variantes, no nos olvida y sólo los optimistas creen estar al final de la misma, cuando en contagios estamos a la cabeza de Europa, y aunque las vacunas eviten algunas muertes, es desolador contabilizar todavía más de un centenar cada 24 horas, con el agravante de añadir la palabra 'solo', como si fuera un consuelo para los que sufren ese dolor.

La otra noticia, eludida por el indecoroso triunfalista Sánchez, es que la desbocada inflación, con la incontrolada elevación de precios -6,7% en diciembre-, no pueden compensarla la modesta subida de salarios y pensiones. Que a un pensionista de renta media la suban 20 euros al mes no es motivo de alharacas gubernamentales. Ocurre lo mismo con los salarios, que ni la cacareada 'reforma' -que no derogación- de la nefasta reforma de Rajoy, impedirá la actual precariedad, impuesta por un gobierno socialista con los contratos basura a tiempo parcial. Antes de estas reformas, se hacían contratos de, al menos, tres años, y cuando terminaban lo normal es que se accediese a un puesto fijo en la empresa. Esto no figura en la reforma de la vicepresidenta Díaz -a pesar de llamarla ella misma 'histórica'- y ni siquiera se restaura la indemnización de 45 días por año trabajado que figuraba antes de las reformas socialistas y populares.

El triunfalismo gobernante es tan nefasto como el catastrofismo de la oposición. Ambos se alimentan de los mismos nutrientes: el engaño, la manipulación de las cifras, , exagerando lo positivo o lo negativo, según convenga, alejándose de la realidad, por lo que aumenta la desconfianza hacía los políticos. Pagamos a gobiernos -centrales y autonómicos- para cumplir con su trabajo. Tenemos el ejemplo, últimamente, del señor Garzón, ministro de Consumo, que para justificar su sueldo se enreda en la vieja estupidez del sexo de los juguetes y últimamente, declarando a The Guardian que la carne que exporta España es de mala calidad, procedente de animales maltratados. Si está convencido de ello, lo primero que debería hacer es sancionar a las granjas que no cumpliesen las normas sanitarias, garantizando la calidad de los productos en el mercado y los exportados. Supongo que el menú cárnico, predominante en su boda, no procedería de animales maltratados física y psicológicamente.

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