No hace falta que sea la de un árbol, pero en tiempo de estío, cuando el sol aprieta, cualquier sombra vale para protegerse de los poderes de Don Lorenzo. Sobre todo en una ciudad como Granada, que cuando el sol dice de apretar lo hace de lo lindo. Lo que sí queda patente, es que la sombra no entiende ni de clases sociales ni de edades. Cualquiera puede guarecerse bajo la misma sombra, sólo es cuestión de espacio. Todo sea por bajar un poco la temperatura reinante. Así, se soporta mejor la espera.
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