Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

La bajeza de Iglesias

El vicepresidente del Gobierno se retrata en el nauseabundo vídeo sobre la monarquía

No creo que los republicanos auténticos se sientan representados por el vídeo de Podemos contra la Monarquía, utilizando métodos de la propaganda nazi de Goebbels para fomentar el odio contra los judíos. Las presuntas irregularidades financieras del rey emérito deberán ser investigadas por Hacienda o la Justicia, si viene al caso, pero no pueden utilizarse por un vicepresidente del Gobierno y su equipo para desprestigiar, no a la persona, sino a la institución, con imágenes groseramente manipuladas de Juan Carlos I, desde su primera época, su familia, su hijo, el actual Jefe del Estado, como si fuesen una trama mafiosa o algo peor al utilizar la música de la serie Narcos sobre el narcotraficante Pablo Escobar. En una revista satírica podría esgrimirse la libertad de expresión -que Iglesias aboliría para los medios que no aplaudieran sus desvaríos-, pero que lo haga el partido gobernante con el PSOE resulta una traición a la promesa de fidelidad al Rey hecha por él y sus ministros al tomar posesión de sus soñados cargos, o, al menos, una muestra de la mala educación e irresponsabilidad del vicepresidente que, hoy, no le quita el sueño al otrora insomne Sánchez. Es verdad que, como han dicho algunos comentaristas, el nauseabundo vídeo retrata a Iglesias, con ese tufo totalitarista, en su obsesión de controlar a la opinión pública a través de las redes sociales o medios públicos o privados, como ocurre en Televisión Española, convertida en un nido de afines bien pagados, sin cumplir con un servicio a nivel de otros medios democráticos europeos.

Probablemente el equipo de Iglesias prefiera estos brochazos populistas si carece de personas de categoría para plantear con altura intelectual el debate Monarquía parlamentaria-República, por cierto debate inoportuno en estos momentos cuando el principal problema de los españoles es la dramática crisis sanitaria y económica del país que no está para discutir sobre cambiar la estructura del Estado, clave en la estabilidad y la democracia, sistema en el que tuvo papel decisivo Juan Carlos I, cosa no olvidada, pese a esos nubarrones bochornosos del final de su reinado.

Iglesias debería centrarse en una de sus funciones, como es la caótica situación social. En estas páginas, un lector le reprochaba su silencio, cuando el Gobierno central tomó el mando único en los primeros meses del estado de alarma, ante los trágicos problemas de las residencias de mayores, en la que murieron, en los tres primeros meses, más de 20.000 ancianos, muchos de ellos sin asistencia médica y en condiciones infrahumanas. Estos muertos no darían votos, pero seguro que hubiesen preferido una mano familiar o una adecuada asistencia sin preguntarles si eran monárquicos o republicanos.

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