Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

El botón nuclear

En el siglo XXI parece una pesadilla que Putin pueda amenazar con una guerra atómica

Todos esperamos que Vladimir Putin, a pesar de ser considerado en Occidente un peligroso psicópata, sátrapa, matón, etc., las menciones que ha hecho sobre la posibilidad de una guerra nuclear, si no le dejan las manos libres en Ucrania, sea una advertencia intimidatoria, aunque es inaceptable en un mandatario de la segunda potencia mundial que cuenta con el mayor arsenal de estas armas, junto con EE.UU. Gran Bretaña, Francia, entre otros. Volvemos a los peores momentos de la 'guerra fría', donde hasta en las canciones pop se recordaban estos peligros que parecían olvidados y sólo eran motivo de acciones desbaratadas por los 007 de turno.

Pero si tampoco pensábamos en una nueva guerra en el seno de Europa que hasta ha llevado a participar en ella, mandando armas ofensivas a la población ucraniana al propio Sánchez -rectificándose a sí mismo, como es su costumbre, declarando horas antes lo contrario-, la guerra está ahí en todo su cruel dramatismo y no sólo se cuentan ya miles de muertos, sino que vemos el éxodo de casi un millón de ciudadanos, con niños asustados, cogidos fuertemente a sus muñequitos que no han podido dejarlos bajo las bombas, porque eran sus amigos entrañables con los que, probablemente, han podido dormir, desde el nacimiento, abrazados a ellos. ¡Qué imbecilidad la del ministro Garzón cuando hablaba de juguetes no sexistas, como si un osito o muñeca de trapo fuese un símbolo denigrante! Esos ositos o muñequitas a los que se agarran miles de niños que huyen de la guerra son el único consuelo, junto a sus madres o abuelas que han podido ir con ellos, que pueden acompañarlos en su viaje a otro mundo distinto a sus hogares, colegios, amigos que han quedado lejos, muy lejos por la guerra de hombres sin piedad.

Pero, en fin, aunque, hasta ahora, la diplomacia ha fracasado es la única forma de llegar a una solución, más que enviar armas ofensivas, incluso necesarias sanciones económicas que es un boomerang de doble recorrido, o vetos a deportistas, artistas o ciudadanos rusos que me parecen injustos, porque no son responsables de las políticas y tropelías de sus dirigentes. Quizá sea imprescindibles, pero no habría que renunciar definitivamente al diálogo, la posibilidad de acordar el inmediato alto el fuego, deteniendo el lenguaje de las bombas, el horror, el éxodo, la huida de hogares, la separación de familiares, en unos nuevos crímenes contra la Humanidad. Porque si estas medidas no funcionan ¿qué hacemos? ¿Nos implicamos en un holocausto nuclear que sería un suicidio colectivo y el fin del mundo que todavía conocemos?

Vladimir Putin -el sátrapa, matón, peligroso sicópata como lo califica Occidente- tiene la última palabra. Esperemos, sin embargo, que no sea la última, porque sería la última de todos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios