Ya se sabe que las cifras, si no tienen una historia detrás, no calan en los ciudadanos. Casi todos los días se mueve el casillero de fallecidos por coronavirus en Granada, pero es cuando se le pone rostro cuando la noticia tiene aún más impacto. Ha muerto una administrativa de Urgencias del hospital Virgen de las Nieves, la cuarta persona del ámbito sanitario desde que comenzó la pandemia. Al hartazgo de los profesionales tras encadenar una ola tras otra sin respiro y de ver cómo la pandemia se utiliza como arma arrojadiza entre los políticos, se une tener que despedir a una compañera, a una amiga que ha perdido la vida por el maldito coronavirus. Los sindicatos subrayan que se trata de una muerte laboral y no les falta razón. ¿Qué pensarán sus familiares y los compañeros cuando pasen estos días por la calle y se encuentren con un vecino que ha decidido que lo de ir con mascarilla no va con él? ¿Y cuando pasen por un parque y vean una reunión de personas que superan por mucho el límite establecido? ¿Y cuándo lean en los periódicos los dimes y diretes políticos para que la pandemia no les perjudique en las encuestas?

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