Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Los codos raídos

Estamos llegando a un momento de distanciamiento entre la sociedad real y quienes la representan

Es difícil abstraerse del guirigay mediático y político que nos ensordece. Parece que el interés de nuestros líderes no está en construir un porvenir juntos sino en ostentar el poder. Y, quizá, sólo por y para los propios. Además, la mayoría entiende el futuro por mañana y poco más. Se ha perdido la visión a largo plazo y nos obsesionamos en lo inmediato. En cambio, el pasado reivindicativo usado como arma arrojadiza por unos y otros, abarca, manipulado y sesgado, hasta los tiempos de Argantonio. No sé si es generalizado el hartazgo, pero creo que estamos llegando a un momento de peligroso distanciamiento entre la sociedad real y quienes la representan, que hacía decenios que no sufríamos. La política queda sólo para los "muy cafeteros"; los fieles perceptores de favores y prebendas; las legiones de candidatos a serlo y los inasequibles palmeros que jalean a sus líderes como algo irracional y más que personal, casi íntimo.

Sólo por eso resulta necesario a veces apartarse del ruido y buscar un espacio de solaz y reposo esperando tiempos mejores en los que el número de cabezas que embisten sea -parafraseando a don Antonio Machado- al menos igual al de las que piensan, que falta nos hace.

Y en esas andaba cuando al fin cayó en mis manos un delicioso librito de Churchill -La pintura como pasatiempo- en el que narra su experiencia como pintor aficionado iniciada de modo autodidacta, una vez cumplidos los cuarenta y tras abandonar el gabinete liberal de Asquith a finales de mayo de 1915. Es una delicia de apenas cincuenta páginas escritas con primor y deleite. Nos convence de que perdemos la oportunidad de admirar la belleza que atesoran los más sencillos objetos. Y hace pensar. Porque si el texto es una joya, el párrafo con el que se inicia merecería ser grabado en mármol. Escribe sir Winston que son muchos los remedios que se recomiendan para las preocupaciones que sufren quienes deben cargar con responsabilidades excepcionales. Y concluye, tras enumerar algunos, que el elemento común a todos ellos es el Cambio. Afrontar la vida y las responsabilidades desde diversos puntos de vista. No se puede -el magnífico símil es suyo- remendar los codos raídos de un abrigo frotando las mangas; en cambio, sí es posible fortalecer el cerebro usando las partes desusadas. No estaría de más que todos tomáramos nota y volviéramos a pensar y meditar antes de seguir bramando sin sentido.

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