Antonio Cambril ha dejado en las páginas de este periódico artículos que, de reojo o utilizando nuestra boca para escribirlo con agudeza, son ya historia del columnismo local y, por qué no decirlo, del periodismo español. Digno heredero de los mejores maestros en el arte de la columna, Cambril ha sabido desmenuzar a la sociedad granadina y metérsela en el bolsillo reduciendo a 25 líneas su bagaje de intelectual que juega al despiste, su aire resabiado de la Costa Tropical, su conocimiento de los despachos de esta ciudad y su finura para meter el dedo en la llaga. Ahora toma el camino de la política como líder electo de una candidatura de IU y Podemos al asalto de los cielos o, en este caso, de la Plaza del Carmen. De las teclas a la sesión plenaria como tantos otros han hecho a lo largo de la historia desde Azaña a Puigdemont, aunque el camino inverso (por desgracia) también lo ha tomado más de uno. Como al resto de los candidatos, no podemos desearle más que suerte y que vaya preparándose para las preguntas de la línea de enfrente. Suponemos que él, mejor que nadie, entenderá de qué va esto.

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