la bitácora

Félix De Moya

El continuose

EN estos días está circulando por la red una carta firmada por numerosos investigadores en la que se protesta por el despido de 113 miembros del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia. Los despidos se han producido tras la presentación del correspondiente ERE que parece ser el efecto de una drástica reducción de los fondos asignados por el Gobierno valenciano al presupuesto del centro. En realidad no parece haber demasiada diferencia entre este y otros hechos similares que vemos proliferar en estos tiempos y que tienen en común que son el resultado de la necesidad de reducir el gasto público.

Los despidos de interinos en educación en algunas comunidades autónomas, el cierre o la reducción horaria de servicios en hospitales o los problemas para afrontar los gastos derivados de la aplicación de la ley de dependencia, son algunos de los episodios que ponen de manifiesto que el viento de reducción del gasto público va a arrasar de forma selectiva los servicios públicos como si se tratara de lujos que, de pronto, no podemos permitirnos. ¿La investigación será uno de esos lujos también? Como muestra de lo que nos podríamos encontrar en los próximos años, este del centro de investigación valenciano puede ser un buen botón. La forma en que se están priorizando las decisiones de recorte de gasto son, ante todo, el mejor exponente de la concepción de la sociedad que tienen nuestros políticos. Cuando alguien considera que hay que ahorrar empezando por educación, sanidad, investigación o cultura, se retrata. Y cuando la sociedad mira para otro lado, está aplaudiendo el retrato.

Este período de pragmatismo economicista en el estamos entrando, aunque nos hiciera más ricos, si fuera a costa de dejar de aspirar a ser una potencia científica, sería un fracaso. La expresión más clara del popular "pan para hoy y hambre para mañana". Hoy día no hay dependencia más subyugante para cualquier sociedad que la del conocimiento. Y cuando un país como el nuestro, que ha sido capaz de acompañar nuestro despegue económico de estos años de un crecimiento científico con difícil parangón en el mundo, actúa como si el gasto en ciencia fuera prescindible, es como tratara de curarse un ojo arrancándose el otro. Y encima tendremos que soportar ahora un añito de reproches a los anteriores para justificar la cirugía presupuestaria anunciada. Cuando, en realidad, parafraseando a Mafalda, esto no es el acabose, es el continuose del empezose de los anteriores.

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