Quosque tamdem

luis Chacón

Una cuestión de principios

NO hay nada más indigno que proclamar solemnemente cualquier principio y no cumplirlo. No basta con hablar de libertad y democracia, hay que defender la libertad de los demás y asumir que la democracia nos hace ciudadanos iguales, sea cual sea nuestro origen, el puesto que ocupemos o la posición que disfrutemos socialmente. Por eso, las manifestaciones del primer ministro húngaro deberían escandalizar a toda Europa, desde el primero de sus dirigentes hasta el último de sus ciudadanos. Amenazar, como hizo públicamente el señor Orban con que "el flujo de inmigrantes y refugiados será interminable" y que "si la Unión no protege sus fronteras seremos una minoría en el continente" o pretender que la oleada de refugiados de la guerra civil siria "pone en peligro las raíces cristianas de Europa", son planteamientos inaceptables dentro de la UE porque atufan a xenofobia, racismo y totalitarismo.

Al parecer, en Budapest no son conscientes de que la pertenencia a la UE conlleva la obligación de cumplir con una serie de principios jurídicos, políticos, éticos y morales. Ha hecho bien Martin Shulz, presidente del Parlamento Europeo, en recordarle la importancia del derecho de asilo, apelando al pasado de Hungría bajo una opresiva dictadura comunista. Tampoco hubiera estado de más que el señor Orban se leyera la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 2000, cuyo artículo 18 -incluido en el Capítulo II, titulado simplemente, Libertades- garantiza el derecho de asilo de conformidad con el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea.

Aunque mucho mejor y más ejemplarizante ha sido que -ante el exabrupto del señor Orban sobre las raíces cristianas de Europa- el presidente del Consejo Europeo, el católico Donald Tusk, le haya respondido a la cara y ante un buen puñado de periodistas que "para un cristiano no debería importar la raza o la religión de las personas en apuros porque el cristianismo en la vida pública y social significa un deber hacia los hermanos con necesidad".

A un refugiado no hay que preguntarle por su nación, religión o ideología. Un refugiado es un ser humano que sólo intenta salvar aquellos que son nuestros bienes más preciados, la familia, la libertad y la propia vida. Si Europa es incapaz de acoger a quienes huyen de la guerra y sólo buscan sobrevivir, se estaría traicionando así misma y haría tambalear los pilares sobre los que se asienta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios